sábado, 19 de junio de 2010

FIN DEL MUNDO


A CONTRAMANO CON LOS ASTROS



 Por Susana Dillon

Cada vez que los astros se ponen inquietos, la humanidad entra en pánico y comenzamos a barajar fechas para el gran evento.  Hace rato que los mayas auguraron que la cosa se venía para el 2012.
Pero antes se vienen las elecciones y Ud. Verá lo que es peor.

Cada vez que se produce un eclipse, algo terrible ocurre. Sí, eso lo dijeron los aztecas y se les presentaron los de la madre patria hace 500 años y les reventaron su civilización. No les fue mejor a los incas, que también habían observado el eclipse y sabían un fardo de astronomía. Llegaron los gaitas, los locales los creyeron dioses y se les vino el fin de aquel mundo en que por centurias no se había conocido el hambre, ni el robo ni la mentira. Por aquellos tiempos tuvimos, evidentemente, los astros a contramano. Los sabios amautas, frente al Intiwatana, o sea "el amarradero del Sol", lo pronosticaron con las señales que daba el cielo del Imperio del Inti.
Tal vez por esa causa o por las intrincadas profecías de Nostradamus, la gente se altera, esperando cosas terribles no bien los astros comienzan a dar señales que a los simples mortales nos parecen fatídicas, adversas.
Qué cosa extraña, nunca he escuchado que, con el mismo énfasis, se diga:
-Bueno, métanle muchachos, dicen los astros que se viene una buena: ¡Salud y prosperidad para todos!
Ni siquiera en las revistas de $ 4,50, ni siquiera ese enjambre de brujas que te dan la justa en la TV, ni la verborrágica Aschira, andaluza de última generación que se está haciendo la América con nuestra estupidez.
Pero esta vez, en que con insistencia se anunció "la" fin del mundo, la alineación de los planetas y arriba eclipse de sol, las cosas estaban dadas para un patapúfete mayor, antes nunca visto. Alguna gente se suicidó, mató a su madre, otros se recluyeron a prepararse para el apocalipsis, otros se resistieron a pagar sus cuotas, los chicos se resistieron a estudiar, la gran mayoría, por si las moscas, recurrieron a remamarse, vieja treta de encontrar motivos para hacer un brindis: ¡El fin del mundo! ¡Hip! ¡Salú!
Esta vez no quedó el tendal como al final del siglo anterior, más bien se les dio por gastar los morlacos del otario en forma más placentera.
En Perú, los quechuas, remanentes del antiguo imperio incaico, aseveraron:
-El eclipse es el matrimonio del Sol y la Luna.
Y le dieron a brindar por el evento con chicha, con pisco sour y con zingani. Después de que se les abulonó el japonés a la presidencia ya poco les importa el fin del mundo.
A los franceses, los sabios de la TV les vaticinaron que un aerolito estallaría sobre París. Sí o sí. ¿Y qué hicieron estos insensatos? Se contrataron un viaje en Concord que sobrevoló la ciudad Luz cargado de "champagne bien frappé" y demás exquisiteces, y con pasaje completo se lanzó a libar todo cuanto había mientras espiaban por las ventanillas el posible patapúfete.
Al cabo de la hora que duró el evento, bajaron los pasajeros a los gritos y haciendo elegantísimas eses. Pedían frenéticos otro fin de mundo como éste, porque allí estaba, enterita y centellante: ¡oh, lá, lá... París! En Roma, el Papa salió al balcón y miró, como un santo tras el vidrio oscuro el fenómeno celeste, aguzando la vista por ver si San Pedro, sentado en una nube rosada, le daba la justa para convencer a los mandamases de la aldea global de cómo ablandar la mano con los pobres. No vio a San Pedro, porque se habría sabido. Los otros romanos de clase B y C se fueron a las ruinas del Coliseo, a las de la Vía Appia, a las del Foro y a cuanta "roba antica" tienen, para recibir energía.
Los catalanes de "La fura del baus" representaron Fausto al aire libre, ese bodrio para pseudo-intelectuales que en Buenos Aires nos vendieron por el summum, pero que cada quien vio pensando que ese infierno es preferible a una hecatombe.
Los musulmanes no subieron la vista del piso: Alá lo prohíbe, dijeron sumisos.
Los judíos se fueron a dar la frente contra el muro de los lamentos. Están convencidos de que ahora si viene el Mesías y que no harán la macana que hicieron hace 2000 años.
El Sol negro fue mirado y remirado en el hemisferio norte. Los españoles tocaron las castañuelas y los celtas quisieron bailar desnudos bajo los árboles, hasta que los amenazó la gripe o las fuerzas del orden. No se sabe.
Aquí los sudacas no tuvimos espectáculo, eso sí, nos llegan los malos efluvios. Siempre pasa lo mismo, nos tenemos que conformar con que nos chismeen de lo bien que les va a los de allá arriba.
-¿Y cómo era el cuento de la globalización? -Bueno, o globalizamos para todo o no jugamos más, amenacé. Un gringo que me escuchó el reproche me hizo el corte de manga diciéndome:
-Merda per te.

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