lunes, 23 de enero de 2012

El sexo a través del tiempo



Por Susana Dillon

El hombre valoriza, por sobre todo lo creado a su sexo o a cualquier imagen que lo represente. En la antigüedad, si el varón llegaba a rey o a jefe de alguna institución, guerrero o aventurero de nota, se ufanaba de haber conseguido tal lugar con una prenda que lo representaba: su caballo. Por eso, el gaucho, hombre de guerra y de aventuras, dijo alguna vez: "el hombre de a pié es un mendigo, pero a caballo es un rey".-de allí que cuanto mas imponente y garboso sea el corcel , tanto mejor les fue en las guerras y empresas mientras fueran montados por animales que quedaron famosos: recordemos a Babieca del Cid Campeador o a Rocinante el destartalado ejemplar de Don Quijote, allá en los tiempos en que un caballo valía por cuatro hombres, considerando que de tal caballo sería la honra o el escarnio.
En esta época de la cibernética, el automóvil ha pasado a ser su carta de presentación. Nada como una Ferrari para que se le eleve el "hándicap" así el propietario sea un simio descerebrado que para emparejar lleve a su lado alguna rubia rutilante y muy liviana de cascos.
Espejo de lo apuntado, el caballo que monta Julio A. Roca, es lo mas importante del monumento existente en la Diagonal Norte de Buenos Aires, donde el escultor debió saber que Roca nunca fue buen jinete Cuando se propuso exterminar a los indios  en la "Campaña del Desierto" la encabezó  no de a caballo, sino en un carricoche tirado a caballos, donde gozaba de algún confort, lugar para dormir y espacio para rodearse de lo necesario a la hora de posar para los retratos, que inundaron periódicos y notas sociales, beberaje y comistraje en abundancia, según se usaba en tiempos del segundo genocidio (el primero lo inauguró Colón y los conquistadores)
Desde la oscuridad del pasado, los hombres han valorizado sus genitales y en los campos de batalla , a lo primero que atinaban los invasores era castrar al enemigo y luego violar a su mujer y su descendencia junto a llevarse el botín de guerra.
Hay verdaderos archivos donde constan estas barbaridades, ahora prefieren apoderarse de los campos petrolíferos o minas de metales preciosos en las guerras de conquista y ocupación.
Antiguamente, soldado que caía prisionero, si era joven se lo castraba y servía para esclavo, las mujeres se destinaban a la prostitución y si eran nobles se las negociaba como a los rehenes, cambiándolas por algún elemento valioso. La mujer siguió siendo mercadería, capricho y uso del victorioso o por fin de quien tuviera como mantenerla.
De allí arranca en que la mujer actual, quien se coloca en otra posición de independencia, y ha escalado lugares donde siempre reinó el hombre, pudo ubicarse a su altura quitándole una buena parte de su autoestima, porque se basta a sí misma y a su prole. El varón actual queda descolocado, se arrincona a rumear su encono, lo deja "sin moral, hecho un mendigo" , en esto el tango es implacable, y mirándose al espejo, no lo aflige el quedarse sin empleo , lo peor , se reciente eso fundamental en todo macho: sin su virilidad.
Entonces, corre al tanque de la nafta, llena el bidón, lo arroja sobre su prenda emancipada y le prende con displicencia y puntería "el fósforo del final" (ojo y el tiro del final a veces le corresponde al tipo como le pasó a un gobernador que militó en la SIDE).
Cada día se renuevan las víctimas mujeres, que según los oscuros pensamientos maritales debieran estar arrodilladas ante los "derechos del varón" que le vienen de siglos siniestros, en que sí había alguna ley, se la aplicaban a los vencidos, a los débiles y a las mujeres. Los poderosos las hicieron a su gusto y afirmaron que era por mandato divino.
Los hombres que crean y votan leyes, seguro que no las cumplen y menos si los sujetos son políticos y si no lo creen , vayan y pidan el diario de secciones del honorable congreso nacional, marque con una cruz y subraye el título, haga la encuesta... Y "mira si es como para suicidarse". El hombre es el animal que como el gato y la orca matan por placer, torturado al mísero ratón o a las focas jugando alegremente antes de devorar la presa. Por eso se esconde y no reconoce su falta... es un juego... macabro.
Acá en Río Cuarto ocurren violencias que hacen pensar: el caso de la "mariposa de la noche" que harta de que su cliente asiduo le exigiera varias sesiones del sexo oral, en un arranque de rebelión, la mujer le pega tal tarascón en los testículos, que le arranca uno y el otro le queda maltrecho, pero la naifa hasta lo acompaña al hospital para que le atiendan la hemorragia.
Comentando el caso, a varias mujeres se nos ocurrió hacer un álbum para recolectar firmas así la declarábamos "la mujer del año".
Aquel mordisco en tales circunstancias se lo tomó por un indudable gesto de justicia salomónica.
Pero antes de seguir comentando gestos de justicia, mejor nos damos una vuelta por los pasillos de la historia, materia que tortura a los chicos del secundario, aquí va:
El primer emperador de la China, hace miles de años, ya vislumbró el problema: a las chinitas de primera clase las hizo sus concubinas como una forma de tenerlas en cuenta, pero para cuidarlas de algún desorden pasional con los cuidadores del harem, instaló en el palacio de invierno una selectísima guardia a los que mandó castrar. Era costumbre en el Celeste Imperio que en esa ciudad fortaleza, el único hombre entero fuera el emperador. Así evitaba los avances del servicio interno y esa maña femenina de andar mirando lo ajeno.
Se los llamó "eunucos" (serían 2000) a los guardias de honor, que fueron castrados, pero con mucha delicadeza, puesto que sus testículos, fueron prolijamente secados y puestos en preciosas cajitas para devolvérselos a la hora de su muerte, como gesto generoso del monarca.
Tal vez en el más allá les fueran útiles. Al fin cada uno se quedaba con lo suyo por siempre jamás.
Los mahometanos en el cercano oriente también estuvieron muy ocupados en cuidarle las mujeres a los sultanes. Los serrallos fueron atendidos por Eunucos, siendo feroces en cuidar las mujeres del terrible sultán de turno, que no mezquinaba andar cortando cabezas de los atrevidos a violar las leyes. Pero tampoco hubo paz. Tantas mujeres no hacían mas que andar en enredos, chismes y demás habladurías. El paraíso de Mahoma no tardó en parecerse a un infierno. Lo terrible era el placer que se debía repartir. Lo de los castrados se hizo popular durante la edad media en Europa e hizo furor en el renacimiento y aquí se pusieron exigentes con la música, el bel canto y las óperas, la gente de la nobleza era afecta a reuniones donde las voces de los niños cantaban para placer de la casta cantaron tan hermosas endechas, misas, romances y demás deleites de la voz humana, que se castró a los inocentes para que siguieran teniendo voces angelicales. Se inventó una nueva gloria del arte: Los "castrati", en las óperas, la parte femenina era ejercida por estos divos, ya que las mujeres no debían estar en escena.
Grandes músicos aceptaron esta nueva locura de la moda de los Castrati, reyes y nobles, gente adinerada, jerarcas de la iglesia, todos de acuerdo en saborear el exquisito placer de la música. Catedrales, palacios y rumbosos teatros desbordaron de público selecto y entendido.
A todo niño que tenía aspecto delicado y daba para cantante se lo castraba en su niñez para que fuera un portento en escena, en esto los padres estaban de acuerdo con profesores y directores de teatro para someterlos a esta profesión que creaba seres desdichados, mantenidos y pagados por reyes y nobles poderosos en lijosos palacios y vida regalada, pero sometidos a una existencia excéntrica y artificial. Habían dejado de ser hombres, pero respondían a otros calificativos: eran los "hombres del placer". El caso era divertir al poder, el público los amaba eran considerados divos. Ya en los siglos XVII y XVIII las mujeres comienzan a aparecer en escena, sus registros son mas variados: sopranos, mezzo sopranos y contraaltos le daban mayor variedad a los elencos. Tal vez los castratti habían terminado su tremendo y desdichado reinado, de allí en adelante, las divas del bel canto fueron las dueñas de los encumbrados escenarios. Las noches de gala, no solo fueron para el deleite de la música y los grandes espectáculos, las mujeres que gorjearon en los primeros tiempos, les abrieron el paso a las célebres "primas donnas" del porte de una Renata Tebaldi o una Lily Pons o de una María Callas, mujeres que serán recordadas por haber dignificado los agudos, que no fueron arrancados por aquellos niños sacrificados por adultos que no tuvieron piedad de su inocencia.
La castración, en estos tiempos, todavía se practica entre gente de la mafia. Los chicos malos de la mafia de Chicago, en tiempos de la ley seca, al enemigo le cortaban los genitales y se los pinchaban con un alfiler en las solapas de algún socio que agonizaba en los barrios bajos, donde lucía por última vez el traje impecable recién planchado, al estilo de Al Capone.