viernes, 3 de diciembre de 2010

El Buen Samaritano. En la balanza de la Justicia.


Por Susana Dillon

Jamás los atribulados riocuartenses hubiéramos sospechado que en nuestra agitada vida tendríamos otra justicia más manoseada que la que emergió del caso Dalmasso.
Jamás, ni en otro bicentenario que rememorar tendremos oportunidad de ventilar tanta procacidad y saña destructiva para achacarle a la víctima más culpas y calificativos bochornosos. Es más, a la víctima la enterraron y con ella el deseo de ver , aunque fuera un minúsculo destello de "esa señora de ojos vendados que está en los tribunales..." y aunque todo Río Cuarto y su país aledaño quedó con la fundada sospecha, que el crimen no había sido provocado por los deseos concuspiscentes de algún perejil extraviado, sino por algún enamorado de bienes mal habidos que la bella y descalificada señora del country firmó a su nombre, complicando el tablero de una jugada macabra, que manipuló algún poderoso y entrometido capo político,
Todos, todos sospechamos hasta poner la cabeza sobre la hornalla al máximo, que el asunto no fue pasional ni referido al sexto mandamiento, sino más bien en sacar del medio a la que quería volar en otra dirección que la pactada. No, más bien fué un directo a la mandíbula en eso de codiciar los bienes ajenos y de yapa, mal adquiridos por algún sujeto prominente y elocuente que tuvo la brillante idea de poner en su sitio, la firma equivocada, de alguna amiga parecida a la "donna e móbile".
Pero ya estamos, los atribulados hijos del cuarto río, sospechando al cumplirse los cuatro años del triste epílogo, que este no será ni el primero ni el último caso de asesinatos sin resolver pese a quien pese y caiga quien caiga, pero siempre en la memoria colectiva.
No fue basta la violenta muerte de Nora, le siguieron el caso de Ale Flores que nos deja ante la perspectiva del causante uniformado, suelto (como si no fueran bastantes) y ahora la desaparición, en tiempos democráticos de Nicolás Sabena, el pibe de veinte años que tenía una ficha médica para respetar, que nadie observó, y menos la Justicia , que fue "recogido por una familia" que se saca el lazo de responsabilidades alegando su interés y solidaridad protectora a quien la Cámara compara con "El buen Samaritano" de la parábola bíblica, para darle mayor fuerza mística a un argumento que ensayan irrebatible porque hace mil años sería de fuerte impacto disuasivo. Los representantes de la Justicia se olvidaron leer el prontuario de los que ofrecieron el hospedaje al ahora desaparecido. Pero nuestra justicia cierra los ojos candorosamente.
Y no se si queda claro, pero cuando las sinrazones se estrellan contra la vapuleada opinión pública, que ya es veterana en tragar sapos , ahora sin tapujos ni sensatez se nos vienen con la cita mesiánica, puede llegar a ocurrir como cuando la gente (¡ojo!- no la que se logra siempre traída en ómnibus) les está diciendo que ya se pasaron de la raya. No hay más que recordar como se salvó al Perejil.