martes, 22 de junio de 2010

El enigma de quien fue el guapo que invento el "Día de la Raza"






Por Susana Dillon


Luego de varias décadas de preguntarnos hasta que se logró honrar al 12 de octubre como "Día de la Raza" encontré la respuesta en los recortes que atesoro de Puntal, descubriendo el meollo del racismo más duro.
Fue una edición del 28 de octubre de 1987 y firmado por imperialista, aquel periodista tan apreciado que se aventuró a incursionar seriamente en nuestro  pasado, don Juan Sanci, quien tuve la suerte de conocer y consultar en vivo y en directo,  el que muy a su gusto y estilo reseñó la vida, de don miguel Angel Sugasti, un vasco emprendedor e inquieto que consideró que la fecha debía celebrarse a nivel mundial.
Ya se sabe que los vascos son constantes hasta la terquedad, como los venidos de Euskaria, así que machacó y machacó, se dirigió a los políticos que por entonces tallaban fuerte y dió con gente de la asociación "Amigos de Río Cuarto", escribió artículos y editó libros sobre su patria adoptiva, pero sus contactos políticos lo relacionaron con el diputado Antonio Carlés, quien de acuerdo a su ideología remontó el proyecto hasta hacerlo  ley, en 1917.
Pero detengámonos en el conocimiento del legislador nacional Antonio Carlés, uno de los principales propulsores de la liga patriótica, una agrupación política de la más rancia oligarquía porteña que con cuyo accionar se perpetraron los asesinatos de 1500 obreros en huelga en la Patagonia ocurrido en la Estancia La Anita.
La liga patriótica le exigió al entonces presidente de la nación don Hipólito Irigoyen "mano dura", desencadenando un baño de sangre entre los obreros en huelga que bregaban por jornadas de ocho horas, se persiguió a los dirigentes, se arrojó del país a los inmigrantes, persiguió a judíos, apaleando sin misericordia a mujeres y niños.
La ideología de la liga estaba sostenida por lo más recalcitrante de la derecha católica dirigida por Monseñor De Andrea contando con el apoyo de entidades como el Jockey Club, la Marina y apellidos de la gente poderosa:  los Anchorena, Leloir,  los Martínez de Hoz...
Las fuerzas de choque hacían operativos en lujosos automóviles conducidos por los niños bien que al grito de "Viva la Patria" quemaban las imprentas de los diarios opositores, a la vez que les recordaban violentamente a los revoltosos su obligación de obediencia y resignación.
En este clima y con origen tan poco confiable la ley que dispuso la celebración del Día de la Raza, fue innegablemente dirigida hacia la raza blanca, excluyendo a la nativa.
De allí para adelante, la ley se aplicó a las provincias honrando en las escuelas como fecha importante el 12 de octubre y contando una historia dulcificada de lo que fue el primer genocidio ocurrido en el continente.
Cuando llegó el momento del gran festejo en Sevilla de los 500 años del descubrimiento, nos topamos con otro descubrimiento: ¿era ético que siguiéramos recordando y festejando el Día de la Raza sin tener presente que fue el punto de partida de la más dolorosa sumisión y hasta de extinción de etnias enteras por la raza invasora?
Pero aquí surge otra realidad: a América vinieron dos Españas: la conquistadora, que trajo la cruz y la espada, perros de guerra y cañones y la España que mandó los inmigrantes que vinieron a poblar , trabajar y a traernos su cultura, regocijándonos con sus artes y esa es la España que amamos , no la que señaló Carlés, de horrible recuerdo.
Que quede claro luego de 500 años de tapaderas y esconder la verdad, es saludable diferenciar a los que nos explotaron de los que nos pusieron el hombro para hacer un país.
Recordemos que cuando en Sevilla se iban a recordar gozosamente los 500 años del descubrimiento, los propios estudiantes españoles dejaron en la blancas paredes de Sevilla grafitis que decían "no a los festejos, hubo genocidio" - "los pueblos originarios aún esperan les devuelvan sus tierras".
Desde entonces, otros son los vientos que les soplan a las historias oficiales siempre empeñadas en justificar las invasiones y las ocupaciones, la explotación y la entrega, ya sabemos de sobre lo que resulta del yugo imperialista y del capitalismo salvaje... Mucho más salvaje y letal que los malones, que no fueron otra cosa que una devolución de atenciones hacia los civilizados que fueron los primeros en entrar tumbando y matando a los pueblos que los recibieron como a dioses.
Queremos a la España del trabajo, la cultura, el idioma y la guitarra que puso en las manos de nuestros gauchos, la alegría de sus malvones y claveles que lucen sus hijas cuando se peinan de moño para demostrar qué es la gracia y el salero, ese es el modo de festejar la fecha los que pertenecemos a la raza humana, que no puede dividirse por el color de la piel.

Bibliografía: puntal del 28 de octubre de 1987.
La marquesa del papa.- la liga patriótica- pag. 130 de mi autoría

1 comentario:

  1. Muchas gracias Sra. Dillon por su Editorial, como siempre profunda y clara.

    Cariños!
    Iris

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