martes, 27 de julio de 2010

"El mismo camino de los compañeros"




SANTA FE: UNA CARAVANA DE AUTOS LLEGO HASTA CAMPO SAN PEDRO DONDE ENCONTRARON RESTOS DE DESAPARECIDOS.
"El mismo camino de los compañeros"
En medio de una gran emoción, los autos recorrieron los 50 kilómetros que llevan al campo donde el hace poco más de un mes, el equipo Argentino de Antropología Forense halló restos humanos con claros signos de disparos.
Por Juan Carlos Tizziani
Flores, lágrimas y la angustia a flor de piel. La caravana hasta el campo San Pedro fue ayer una marcha de corazones estrujados. Decenas de vehículos recorrieron los 50 kilómetros desde Santa Fe hasta la tranquera del predio del Ejército, donde a principios de junio una investigación judicial de enterramientos clandestinos de la dictadura descubrió una fosa común con los restos de ocho personas, seis de ellas con lesiones en el cráneo compatibles con heridas de bala. "Las pruebas del genocidio", dijo la abogada de Hijos, Lucila Puyol. El campo está en el medio de la nada y para llegar hay un camino largo y polvoriento. "El mismo camino que recorrieron nuestros compañeros para ser exterminados. El camino final", afirmó Jorge Castro, de la Casa de Derechos Humanos, que inició la causa judicial hace tres años. "Pero vamos a volver "prometió porque hay más tumbas en San Pedro y las vamos a encontrar aunque nos lleve el tiempo que nos lleve".
La tranquera del campo militar quedó ayer regada de claveles rojos y blancos. Las madres y los hijos los arrojaron desde el otro lado, rodeados por una multitud que los acompañó. "Un abrazo simbólico", afirmó una de las mujeres con pañuelo blanco, Celina Kofman. "Un reencuentro con nuestros hijos que nos da fuerza para seguir en la lucha".
La caravana partió a media mañana desde el Parque Federal de Santa Fe. Fue una marcha lenta hasta Laguna Paiva por la ruta pavimentada y desde allí doce kilómetros de tierra hasta San Pedro, un propiedad del Ejército de más de 3 mil hectáreas, aunque sólo 100 están bajo investigación judicial. La fosa común apareció en un monte bajo cubierta de un manto de cal. En la entrada del campo no hubo discursos, sólo una poesía y canciones.
Cerca del mediodía, la caravana volvió hasta la plaza de Laguna Paiva, donde el intendente Rodrigo Fernández recibió a los manifestantes. El cielo ya estaba limpio y el sol a la vista. "Hoy es un día muy fuerte para las madres, los hermanos, los hijos, los compañeros", dijo Celina Kofman en el arranque del acto. Y agradeció el testimonio de pobladores de Laguna Paiva que permitieron descubrir "este enterramiento clandestino, si es que es que se lo puede llamar así. De esta manera, comenzó una causa judicial que va a seguir adelante y no va a parar hasta que se recupere el último de los cuerpos y se identifique a todos".
Kofman recordó que el hallazgo en San Pedro es la primera fosa común que aparece en la Argentina en un campo del Ejército. "Los restos encontrados tienen evidentes signos de fusilamiento, lo que corrobora una vez más las denuncias y la responsabilidad de los militares en el genocidio", explicó. "En este lugar están nuestros hijos. No importan sus nombres hasta que sean identificados: son nuestros hijos, los que dieron la vida por otro país. ¿Quién dijo que están muertos" "se preguntó Celina Sólo Videla pudo haberlos llamados desaparecidos. Están en cada brazo que se levanta, en cada reclamo, en cada niño que llora de hambre, en los sueños del pueblo".
Después, un grupo de militantes de Hijos hicieron escuchar sus palabras. "Cada tumba que se abre es una prueba más del terrorismo de estado que nos permite avanzar en el juicio y castigo a los genocidas", dijo Lucila Puyol. "Y que quede claro de una vez: lo que sucedió en nuestro país fue un genocidio. En la provincia hubo genocidio, este hallazgo lo demuestra. Y los responsables de ese Ejército genocida que secuestró, torturó, masacró, asesinó, desapareció cuerpos tienen nombres y apellidos en Santa Fe: coronel José María González, (jefe del Area 212 hasta diciembre de 1976), a quien después sucedió el coronel Juan Orlando Rolón que murió impune; teniente coronel Jorge Roberto Diab (ex subjefe del Destacamento de Inteligencia Militar 122), teniente coronel Domingo Morales (ex oficial del Destacamento de Inteligencia 122), Mario Carmelo Ferger (suboficial en el Batallón de Ingenieros Anfibios 601), teniente coronel Roberto Pedro Arrieta (ex jefe del Distrito Militar Santa Fe), general Carlos Alberto Settel (ex jefe del Batallón de Comunicaciones 121). Todos ellos están procesados por delitos de lesa humanidad, pero en libertad o con prisión domiciliaria por orden de la Cámara de Casación Penal", advirtió.
Por los sobrevivientes de la dictadura habló Silvia Abdolatif. "Cuando íbamos para el campo, el camino parecía largo y espinoso. Y largo y espinoso fue el camino que recorrimos para lograr justicia y verdad", recordó. "Hoy, somos testimonios vivos en cada juicio a los genocidas, que siguen mintiendo, siguen convencidos que lo que hicieron está bien y le siguen faltando el respeto a las madres, a los hijos y a nuestro país".
El cierre le tocó a Jorge Castro, de la Casa de Derechos Humanos. "Hoy en un día histórico. Venimos a renovar el compromiso por la justicia y la verdad histórica", dijo. Y también agradeció los aportes de vecinos de Laguna Paiva que "aún hoy no podemos nombrar por su seguridad porque a doce kilómetros de aquí está el testimonio del genocidio". "Un compañero que anotó los datos en un cuaderno que aún conserva. Aquellos que una noche vieron los fusilamientos y luego transmitieron el recuerdo a sus hijos. Los que nos guiaron. Ese hombre que nos dio los datos precisos. Los que recorrieron miles de kilómetros para hallar los cuerpos. Los que entraron al campo San Pedro. A todos ellos, ¡salud!", agregó Castro. "La memoria está más viva que nunca porque todo el pueblo libra una batalla por una Argentina más democrática. Tal vez los juicios no logren condenarlos a todos, pero la única forma de construir otra Argentina es partir de la verdad. No hay otra manera".
Castro recordó también el día que recibieron la noticia del hallazgo de la fosa común. Era el 9 de junio. "Los compañeros del Equipo Argentino de Antropología Forense nos dijeron una frase que nos une: "Son nuestros. Son del pueblo argentino". Y vamos a volver porque hay más tumbas en el campo San Pedro. Las vamos a encontrar aunque nos lleve el tiempo que nos lleve para enjuiciar a todos los ejecutores, desde el primero hasta el último", finalizó.
Fuente: Rosario/12

viernes, 23 de julio de 2010

Adhesión a la caravana del campo de extermino San Pedro.

Adhesión a la caravana del campo de extermino San Pedro.
Otra vez nos convoca la memoria con motivo del descubrimiento de fosas clandestinas con restos de posibles militantes desaparecidos durante la última dictadura en manos de los genocidas que en la noche más oscura de la historia encontraron un sitio para esconder sus crímenes de lesa humanidad.
Sirva esta manifestación de repudio para lo que aquí se descubra de modo que el Nunca Más sea cada vez más firme, hasta encontrar a los que cayeron soñando con un mundo mejor.
Los acompañamos en este momento en que honramos su recuerdo.

HIJOS Y MADRES DE PLAZA DE MAYO DE RÍO CUARTO
CIUDADANOS AUTOCONVOCADOS DE RÍO CUARTO
EX PRESOS POLÍTICOS DE RÍO CUARTO

jueves, 22 de julio de 2010

Fin del mundial


Y se acabó el carnaval

A partir del bien ganado triunfo entre castañuelas y panderetas, los hispanos, esta vez , no reprisaron aquello que machacan cada vez que filosofan en grande: "los toros y el futbol son el opio de los pueblos".
Como todavía la siguen, vamos a dejarlos que se lo saboreen. Han hecho méritos ¡olé!.
Nosotros, eternos sudacas, hemos hecho lo posible para que los altos, rubios y ojiazules teutones nos amonesten, con su helada reconvención racial: nos trataron así los que se expresan cuando se sienten superiores y esta vez no sin razón.
Pero lo que resulta todavía más doloroso es cuando se nos señala que el responso viene de los dueños de casa , los sudafricanos nos mandan de vuelta a los que nosotros teníamos la peregrina idea de que serían  útiles siquiera para animar el tablón. 
Esta nación nueva, que se animó a preparar el magno evento apostó a que todo el mundo se portara como lo indican las reglas de estas circunstancias: la buena educación y las correctas costumbres civilizadas. Pero no. Nosotros, o mejor nuestros 'ínclitos dirigentes deportivos y las autoridades máximas, léase hasta los que se plegaron desde el oficialismo , estuvieron acordes en que el mismo avión que se fletaron los componentes de un cuadro nunca visto ni imaginado  viajara junto a un nutrido grupo de barras bravas con espeluznantes prontuarios.
Y como el diablo hace la olla, pero no la tapa, lo del prontuario se supo, teniéndolos que mandar de vuelta porque eran peligrosos y mal enseñados. Ya ven: nación nueva, pero advertida. No les tembló la mano para hacer lo preciso. Los sudafricanos, como auténticos dueños de casa hicieron lo correcto: darnos la lección de comportamiento y dignidad que no tuvieron nuestros dirigentes y sus aliados temporales. No permitieron que esa fiesta tan deseada se desluciera por la estupidez de los que iban a ganar los partidos imponiendo la brutalidad, el desorden y la conducta disolvente de los que viven y obran según sus bajos instintos y su costumbre de llevarse el mundo por delante.
Los "barras bravas" un invento "made in argentine" nos avergüenza porque revuelcan por los suelos el prestigio de los deportistas que quieren demostrar todo aquello en que son excelentes, sin necesidad de andar arrastrando el poncho por la cancha.
Estos delincuentes que siembran el pánico, el temor y la grosería gratuita , haciendo una total negación de las leyes civiles y deportivas queriendo volver a la época de las cavernas, donde gana la ley del más fuerte pero no la del mejor.
El espectáculo que nos tocó presenciar ya comenzó mal cuando en el mismo avión se mandaron lo mejor de los deportistas consagrados con lo peor del público -bravo e indeseable. De esos que cada domingo siembran la destrucción, el pánico y hasta, a veces la muerte por los estadios.
Si los dirigentes de los clubes, siguen haciendo la vista gorda ante este verdadero desmadre, ante este sacar a relucir en las canchas la bestia que desatan en los estadios. Si la FIFA o la AFA son siglas que están emparentadas con la mafia y consideran a esta lacra necesaria, será mejor que busquen asientos en otros espectáculos. El futbol morirá de asco. Aceptar mansamente que primero está el negocio que el deporte, viajar con la compañía de los innombrables, tener que pagarles la farruca con los impuestos que oblamos mansamente no me parece que dure la paciencia de Juan Pueblo. Más vale que para el próximo evento nos quedemos todos en casa con un tratado de ética deportiva que nos ilustren nuestras nociones de una elemental educación para la convivencia pacífica.
El papelón sufrido en Sud África por mandarles los más ignorantes, groseros y prepotentes especímenes que portamos como si fueran parásitos, nos produzcan un saludable escarmiento.
Por empezar, los organizadores de estas embajadas insoportables, debieran cursar una disculpa a los dueños de casa allá en la lejana Africa Del Sur. Al menos reconocer lo mal hecho ya es síntoma de cambio.
Cuando nos mandaron de vuelta a los insoportables barras bravas ya se justificó que nos señalen como sudacas y atrasados. Los teutones dejaron clara  nuestra prepotencia e ignorancia pero eso pasa cada vez  que echamos en saco roto la conducta deportiva y se hacen negocios con la mafia.

miércoles, 7 de julio de 2010

Camisones que no ofendían al pudor. (Todo un símbolo de pacatería)








Por Susana Dillon


Desde que la iglesia legisló sobre la conducta de las mujeres, los santos varones de la Edad Media estuvieron atentos a que las mujeres fue sen vírgenes al matrimonio y en el matrimonio, las féminas debían ser castas, es decir, no faltarle al marido en cuanto a su fidelidad. De la conducta que debía observar el marido jamás se aclaró.
Las novias que preparaban su ajuar, en aquellos lejanos tiempos, debían estrenar un camisón con un agujero justo en la entrepierna, para ser quitada la virginidad de la joven sin mostrar el cuerpo, causante de la concuspiscencia.
El vestuario de las mujeres medioevales no dejaba ver más que el rostro, las manos y la punta de los zapatos. Lo que hasta hace treinta años usaban las monjas o hermanas de convento era un símil de aquella vestimenta.
Nadie de aquella época se atrevió a pintar ni esculpir cuerpos desnudos (salvo los crucificados). Adán y Eva, siempre aparecieron en medio del follaje del Edén, pero muy recatadamente. Por eso cuando comenzó lo que se dio en llamar "El Renacimiento", los pintores famosos se la pasaron pintando y esculpiendo provocativas desnudeces en santos, dioses y demonios.
Lo del camisón con el agujero es para detenerse a examinar que eso variaba según el estrato social, ese agujero debía bordarse con guirnaldas de flores en variados puntos.
Durante su confección la joven debía recibir indicaciones de sus cercanas parientas para ser sumisa y complaciente ya que su consorte era el que llevaba todas las iniciativas durante la noche de bodas y por siempre jamás. Durante la confección de la prenda, sus cercanas parientas le comentarían el cómo comportarse con el uso del camisón y de las mutuas obligaciones matrimoniales, cosas que siempre recaían en las mujeres.
A la mañana siguiente, el camisón sería observado sobre todo por suegras y cuñadas que siempre andaban a la pesca de novedades en lo referente a las sagradas señas de haber sido "desaflorada" la virginal novia.
En cuanto a las mahometanas, la sábana nupcial era exhibida en la ventana del dormitorio matrimonial que daba a la calle, para que el público satisficiera su curiosidad y las lenguas se quedaran quietas.
Sin sangre no había honra y sin honra, la novia era devuelta a sus padres. Se supo que hubo parejas que tuvieron que matar una gallina y rociar la sábana con su sangre para ponerla en la ventana, quedando con un verdadero certificado de doncellez.
En ésos mil años que duró la Edad Media y que la Iglesia Católica mandó sobre nuestras entrepiernas, los señores feudales tuvieron el "derecho de pernada" con sus vasallos, el que "desafloraba" era el señor del castillo. El joven que se casaba con una sierva del señor no tenía derecho a desaflorar la novia en la noche de bodas. En esto la Iglesia estaba de acuerdo, y nadie cuestionó la medida porque le costaría la cabeza.
Visto el abuso de la patronal, la pareja contrayente apuraba el trámite del himeneo con la debida antelación. Rabeláis, Aretino y Bocaccio fueron los primeros escritores que ventilaron estos temas eróticos -picarescos,
Por supuesto prohibidos por la Iglesia, donde los protagonistas eran frailes, monjas y la jerarquía en pleno.
Los pajares de los castillos fueron lugar de encuentros para remediar la concuspiscencia. Esta costumbre se trajo también a América

domingo, 4 de julio de 2010

Los bancos y los pobrecitos jubilados






Por Susana Dillon


Los bancos en este país, tienen una historia particular.
Nacieron, como en toda nación que se respete, para que los ricos guardaran sus riquezas ya fueran en billetes, en cajas de caudales o en una infinita gama de papeles que sirven para amarrocar  bienes materiales. También los fundaron para los que piden créditos y los que siendo pobres deben garantizar devolverlos en tiempo y forma, caiga quien caiga. A pesar de ésto "pobres habrá siempre" como dijo un sultán que no aclaró de dónde sacó la plata pero que todos lo sospechamos.
El público que consume y arriesga, entra y sale de los bancos con preocupación. Nadie sabe en que momento, alguien, de improviso le dará con un fierro en la nuca o te pondrá una pistola en la boca para sacarte el sueldo o la jubilación en el cajero automático o en la ventanilla. Ya es historia: en 1889 , luego de la renuncia del presidente Miguel Juárez Celman que llevó a la quiebra al país, declarando el primer "corralito" donde los incautos argentinos ( y otros extranjeros) tenían sus ahorros, cuentas corrientes y demás papeles de valor , creyendo que estaban a buen recaudo... La historia oficial fue renuente a contarlo. Durante la presidencia del Dr. Alfonsín, la inflación desbocada devoró fortunas, plazos fijos, ahorros y demás plata perdida. Fue un dramático tiempo en que se quedaron "con los morlacos del otario".
Con el sultán el famoso, un peso igual a un dólar, nos causó los mismos quebrantos terminando en bonos que se licuaron "allá lejos y hace tiempo" todos perdimos menos el sultán y su serrallo.
Hace poco menos de un mes, en varios bancos de "la reina del Plata", a los pobrecitos jubilados les están pagando las mínimas jubilaciones con billetes falsos que los incautos juran se los despacharon los cajeros automáticos y también por ventanillas con cámaras filmadoras. Todo un sistema para proteger a los bancos y por lo visto no al público. 
Como jubilada, pienso como los viejos que pontifican: "cuando el rostro de otros veas rasurar, pon tus barbas a remojar", por eso advierto a mis colegas: jubilados y jubiladas que no vayan solos al banco, búsquense un  guarda espaldas con buenísima vista. No sólo circulan los punguistas, ahora "alguien" está en estas instituciones de crédito y finanzas trabajando a destajo, sospechosamente desde "adentro".
En lo personal, tengo mis sospechas, no entra en mi cabeza coronada por "la nieve del tiempo", que no son los ancianos los que se dejan seducir por taxistas inescrupulosos que los confunden y le dan gato por liebre mientras los charlan por el cambio, total los jubilados ya estamos gagá. 
Hay algo que no me cierra: ¿los cajeros en persona que sacan los pacos de la tesorería, los cuentan y van pagando las magras jubilaciones no notan que los billetes son truchos?.  Yo no me trago lo de la eficiencia de las cámaras filmadoras. ¿Una nueva treta de los bancos?- ¿un nuevo operativo para estafar a los mas débiles?
Amigo veterano, no vaya solo a cobrar. Vaya con el guardaespaldas y a cara de perro.

jueves, 1 de julio de 2010

¿Por qué se escribe?


Por Susana Dillon

A Heminway le preguntaron qué había que tener para ser escritor.
El respondió: "agallas"



Es muy común la pregunta, hasta a veces, obvia.
Se escribe para que , en este mundo de atorados y distraídos alguien te oiga, te lea, aunque ya andan diciendo que no hay más lectores que los de carteleras de la bolsa. Trato de escribir para los que muy arrinconados e ignorados que existen. Escribo para la esperanza y para la victoria, no para los que descargan sus frustraciones en el papel y les dicen a los otros: métanle, protesten, que yo los sigo, animémonos y vayan.- Las crueldades inútiles ya casi no me interesan, sigo adelante porque me siento viva, rebelde y con razones. Y por otra parte existe una razón fundamental: porque se me da la gana, en este continente que pareciera estar maldito, donde los dioses, los antiguos y los que nos trajeron los blancos pareciera que nos tienen de escupidera.
Echamos a los españoles y llegaron los ingleses, se fueron los ingleses y llegaron los yanquis, invitados por nuestros gobernantes a hacer cierto lo de las relaciones carnales.  Nunca nuestros pueblos supieron siquiera un solo día de la verdadera y completa libertad, sólo cuando bajo las balas gestaban revoluciones.
Son libres los que arrojan manojos de panfletos,  mariposas reclamando empleos, pan, trabajo, los que todavía defienden ideas que no son otra cosa que bombas impolutas, versátiles, evanescentes, con la concretitud de las broncas acumuladas.
Como ellos, yo confío en que el camarada viento las deposite justito allí donde el que los recoge ya se lo tenía pensado, pero no lo había trasladado al terreno de las palabras, ahí donde el tipo tiene acumulada su bronca, en la trastienda del inconsciente.
Y me sueño que siempre habrá terrazas para escapar, pasadizos secretos, ventanas abiertas a la fuga , pasillos que te llevan a la salvación. ¡Dios tenga en su santa gloria al arquitecto ocurrente que te salva la vida cuando la yuta te persigue para ensañarse con los que cometen el pecado de pensar! 
Una puede estar preñada de ideas y ya nada le importa de hacer cosas que la relacionen con la guita. Una se sienta a macerar y a relatar cien cuentos de una sola sentada. Le mete por los cortos, después vienen los largos, los super breves, los clásicos, los con final abierto. Algunos tienen la agresividad de las navajas, otros salen redondos como cantos del río. Me pongo a amasijar personajes que van desde los delirantes revolucionarios, a los gauchos perdidos en la historia, a las heroicas mujeres que silenciaron, no sea que el ejemplo cunda, y también les llega el momento para que se asomen las putas encantadoras, los iluminados y los que quedaron al costado del camino sin que nadie los nombre ni se acuerden que abonaron la tierra con su sangre.

Me gusta escribir sobre enamorados que no tienen catre ni sábanas y cuentos de colibríes buscadores de madreselvas. Cierro los ojos, me remoloneo muy temprano, para disfrutarlo mejor, sueño despierta, como todo el mundo que todavía puede darse esos lujos, pienso locuras y me salen párrafos enteros de la suavidad misteriosa del jade, pero con colmillos de yarará y pétalos de camelias. Me siento como suspendida de las nubes al atardecer, cuando la naturaleza se queda boquiabierta para contemplarse a sí misma, hasta huelo el aroma del copal y mi locura hace que me prenda de la mano del gran machupichesco, el rey indiscutido de las metáforas, el gran delirante de los 20 poemas...
Hay veces que me quedo igualito que si tuviera en mis manos una corona de plumas de quetzales se las pusiera en la cola a un burro.
Algunas veces, cuando escribo algo que vale la pena, algo que verdaderamente llega, siento que alguien me dicta en el oído, alguien de otro mundo y quien sin embargo tiene el derecho de opinar sobre éste. Se me va sola la mano, se me acelera en forma que no la controlo. Cuando a la madrugada alguien me despierta guiándome hacia la mesa de escritura y apoderándose de mi mano me escribe aquella frase que no encontraba, la palabra justa que no me salía, el tema que se me andaba escapando y que entonces estalla, ya quemé una máquina electrónica en esos avatares, creo que la tipa se suicidó por las exigencias a las que la sometí. Fue aquella que me quisieron embargar cuando me desacaté, y me sublevé provocando un lío mayúsculo.
Mi intención es escribir una prosa bien sabrosa y rotunda, firme, con olor a pan casero, a mujer con delantal y escoba, con chicos tironeando de ella. Una prosa que hable de maestras que sin tiza, sin pizarrón y sin cuadernos siguen enseñando con el amor de su ejemplo. Quiero escribir sobre obreros echados a la calle, de gente que se rebela y alza sus puños, de jubilados cargando carteles donde rugen su indignación, silbándoles las tripas, de niños que se doblan por el trabajo  de los grandes y que todavía se creen con el derecho de prostituir. Quiero escribir de la VIDA.
Pienso y hago, soy de la idea que hay que salir a carajear y a arengar.
Tal vez alguien me lea y me oiga para comenzar a mover los pies.
Pero por encima de todas las luchas, hay una, que a veces me reprochan por recurrente: la permanente, la nunca soslayada lucha del DESOLVIDO PARA QUE TODO LO ESCRITO TENGA SENTIDO.