viernes, 26 de septiembre de 2008

¿PARA QUE SIRVEN LAS TETAS?

Por Susana Dillon




La sabiduría popular nos da una cátedra rotunda:


“Quien diría,
dijo un viejo con tristeza,
yo me rompo la cabeza,
para tener la alegría,
de descubrir algún día
por qué misteriosas leyes,
la sota mata a los reyes
y en cualquiera ocasión,
mucho más tira un pezón
que veinte yuntas de bueyes”


O más concreta, aquí va otra:

“Tiran más una par de tetas
que una yunta de carretas”


El creador estuvo muy inspirado, cuando sobre las costillas nos creó las tetas.
Las tetas son un misterio de seducción y señuelo para vender cualquier cosa. Nada se compra ni se vende sin ellas y unas abundantes nalgas.
Cuando de niña, te las veías en el baño, antes de la ducha, ahí te dabas un pellizquito en el botón a ver qué pasaba y el botoncito se ponía colorado y duro, como respuesta a la agresión. A eso se le llamó pudor.
El pudor te venía por querer destapar la olla del conocimiento, si la seguías, sentías algo así como agujitas que te pinchaban la imaginación, que sé yo, empezabas a experimentar cosas contradictorias. Pero no, paraba ahí nomás, te acordabas lo que decía el cura de la doctrina que amonestaba sobre aquello de que no había que tocarse el cuerpo, porque como el diablo anda suelto y es tentador, te puede incitar a pecar contra la carne. Después venía lo de repetir hasta el cansancio los diez mandamientos en que había dos que se relacionaban directamente con el más asqueroso de los pecados y dale otra vez con la carne. El diablo era siempre el que tentaba, yo no entendía por qué la carne era tan complicada si mi papá era un fanático de los asados y de la carne a la cacerola. De modo que no le encontraba razones a estas prohibiciones.
De no fornicar ni desear la mujer de tu prójimo ya no me hice más complicaciones, porque eso les correspondía a los varones. El cura ahora nos advertía que no había que hacer porquerías con el otro sexo, lo cual me indignaba, porque a mí, que no tenía hermanos me gustaba jugar con los varones a las bolitas y a las figuritas, además todos decían que los chicos a esa edad eran brutos y zafados. Tal afirmación no entraba en mi cabeza ya que yo los tenía por seres felices que podían jugar, revolcarse y putearse tanto en el partido de pelota como a las bolitas, pero seguían jugando y buscándose, con la ropa a la miseria, sudados y contentos. Los pibes, según mis apreciaciones eran más amigueros y sinceros que las chicas trenceras y chismosas.
Nosotras teníamos que cuidarnos las pilchas, sujetar el vocabulario y ser obedientes a las órdenes que se nos daban de todas partes y sin chistar.
La vida escolar no me deparó muchas satisfacciones ni tampoco mayores informaciones sobre la diferencia de los sexos y sus complicaciones.
Maestros y padres jamás mentaron este asunto, eran cosas procaces de las que supuestamente no había que hablar. Te la cortaban con aquel: ya lo sabrás a su tiempo.
Yo seguía interesada en los juegos de los chicos de mi edad y me las arreglaba para desafiarlos a las bolitas, incentivándoles el vandalismo al mostrarles mis colecciones, herencia de un primo que murió de difteria. Mis bolitas de vidrios de colores rutilantes y mis bolones de rulemanes eran motivo de gran seducción para los rapaces. Hice unas amistades insólitas y duraderas con estos juegos clandestinos. De saberlos mi tía y mi vieja hubiera sido una calamidad.
Ya en el colegio de monjas adonde me mandaron para el secundario, se me acabaron esos inocentes deslices. Me siguieron creciendo los pechitos y como a todo el mundo también me aparecieron matorrales de vellos. Las que tenían hermanos me pusieron al tanto que a los chicos se les llenó el cuerpo de peores y rebeldes pelos y para peor se les cambió la voz, además seguían cada vez más pendencieros, zafados y brutos.
De educación sexual nadie se atrevió a hablarnos, ni siquiera de los malestares menstruales.
En anatomía nos hicieron estudiar el cuerpo humano sin el menor asomo de sexo. Los atlas donde se ubicaron nuestros órganos, músculos y huesos no tenían los dichosos órganos de la reproducción; los habían capado nomás.
En mi familia que eran eruditos en historia, geografía y ciencias sociales, nadie abrió boca y salí con el diploma bajo el brazo solamente con el susurrado y escatológico repertorio de cuentos verdes del rubro de sexo.
Mis tetitas siguieron creciendo, seguía flaca y lacia, mucha melena y tetas desproporcionadas. En una de ésas mis tías jóvenes me llevaron a conocer Buenos Aires y a comprarme ropa interior. Cuando salí, mi silueta había mejorado notablemente. Me llevaron a confiterías, cine, ver vidrieras y teatro. En una de esas en plena Santa Fe, de una esquina saltó un negrazón llevando el paso como si lo corriera la policía; se me plantó adelante, me cazó una teta y apretando enloquecido me murmuró al oído: ¡tetona mía!, y salió disparado como un poseído, mis dos tías, en edad de merecer, primero se quedaron heladas y después estallaron en risa incontenible. Ante mi enojo me tuvieron que dar las explicaciones que ni padres ni maestras me habían dado.
Mucha agua ha corrido bajo los puentes de mi azarosa vida, ahora me encuentro en una etapa del acontecer donde solo se habla y se practica sexo, no en la intimidad que se supone debía consumarse un acto que no se considera decente hacerlo en una platea. No se vende una pilcha, ni una ilusión súper sport, ni una asquerosa bebida cola sin que haya un trasero formidable de aquí para allá y su correspondiente pechuga con una turra baboseándose en un orgasmo. Todo debe ser sexo. Hay sexo en la tevé mañana, tarde y noche. La protección del menor no existe. La provocación y la exhibición son fenómenos concomitantes con la violación y la violencia. Ya no bastan las drogas, la prostitución femenina, ahora también la de los niños. Tota esta descarada introducción de sexo en la vida doméstica a cualquier hora se corresponde con la violencia desatada como nunca nos está diciendo a gritos que esta decadencia moral sumada a la mafia nos está advirtiendo que podemos caer en lo más terrible que es la indiferencia y la tácita aceptación de este desmadre.
Está haciendo falta más educación sexual en serio, sin tapujos, decentemente, está haciendo falta responsabilidad en nuestros conductores, más entretenidos en cuidar su quintita, aprovechar este descalabro y seguirse enriqueciendo mientras el país parece estar volando con piloto automático, sin saber donde aterrizar.
Estamos entretenidos en comentarios para estúpidos con chismes de alcoba y bailes desvergonzados, exhibicionistas del sexo rebajado al morbo.
El pecho femenino, explotado por el consumismo como artículo de promoción, que se cambia por siliconas con riesgo de la salud y a veces de la existencia, es la pieza del organismo femenino, sagrado para muchas culturas, el símbolo de lo que la mujer tiene más precioso; la fuente de vida, el amor más generoso y duradero y de eso no se habla.
Susana Dillon

martes, 23 de septiembre de 2008

EL MALEFICO TRAGAMONEDAS

Texto leído en audiencia pública

Por Susana Dillon

En tiempos de mi infancia, al juego por dinero se le llamó vicio. Quien se hacía adicto entraba en un círculo vicioso del que no podía salir, trayendo a su vida y a la de sus allegados un sinfín de calamidades y lágrimas. Quien lo adquiría muy pocas veces podía vencer su influencia devastadora.

Luego, con el paso del tiempo, los psicólogos argumentaron que era menos agresivo llamarle enfermedad adictiva, muchas veces contagiosa, pero el maleficio se multiplicó, se convirtió en lacra social, como está ocurriendo en nuestra ciudad. Hasta hay suicidios al no poder vencerla.
Hoy, hasta nuestros gobernantes, que debieran proteger a la población de esa nefasta enfermedad, son los primeros en instalarlas, contra viento y marea, porque con lo producido, argumentaban, mejorarían los presupuestos fiscales, siempre agotados por las malas administraciones de las que no se pueden hacer cargo amenazando con la salida de los no menos nefastos bonos.
Nuestro ViceGobernador es el más entusiasta de querer mejorar el estado de las arcas públicas, enfermando a la población con la instalación de las tragamonedas, cuyo beneficio no queda en Río Cuarto, sino que las sumas astronómicas se esfuman y aquí quedan los dolientes.
Tragamonedas es una palabra que indica “advertencia”, por eso, para ocultar su definición se ha buscado un rebusque o anglicismo con el sibilino propósito de hacernos tragar el sapo. En una de esas, los incautos caen en la trampa. Pero no es cosa de cambiar de término sino de conductas,
tanto de los jugadores como de los políticos con iniciativas tan obtusas.
El juego, entretenimiento turístico o como le llamen sigue siendo un vicio maldito.
Ahora, habría que reclamar y obrar ante los políticos que instalaron el flagelo en nuestra ciudad, como el Ing. Cantero, diputado de la Nación que no ha tenido al respecto una idea muy brillante, pero sí un ego monumental, que le impide enmendar sus errores… y van cuantos?.
SUSANA DILLON

sábado, 20 de septiembre de 2008

La fortuna con la pobreza del brazo





 Por Susana Dillon

¡AHORA SI QUE PODEMOS DECIR QUE ESTAMOS EN LATINOAMÉRICA! Ahora si que no saldremos del infernal neoliberalismo y cada vez más inmersos en el realismo mágico, que no quiere decir prosperidad precisamente.

Si Ud. no salió de este Macondo ventoso e imperialista y quiere por un rato experimentar lo que es en verdad el Tercer Mundo, dése una vuelta por la Plaza Roca. Ahora tenemos el mercado de las ilusiones ante la misma puerta de la Catedral. Ahí donde nos machacan los diez mandamientos, nos cristianizan, nos hablan tremebundamente del pecado, nos casan y nos dan el vale para el otro mundo, pero donde justifican que el hombre es un animal lúdico y se acuerdan tarde de repudiar el vicio.

Venga y vea esta nueva corte de los milagros, con luces de colores y una estridente escenografía con todo el mal gusto de Las Vegas, y la mala leche de los tahúres, con gente que parece salida del Caño 14.

Venga y vea, sufrido oblador de impuestos adonde va a parar el sudado dinero del IVA, la DGR y cuanto papelito acredita que Ud. es un sujeto que aporta obedientemente a la gloria de nuestros conductores para que hagan lo que se les da la gana y no lo que el pueblo clama y exige.

El Casino ya es otra realidad nefasta, junto con el alcoholismo juvenil, la droga y la prostitución que nadie combate y con la que varios lucran.

Con lo que costarán estas instalaciones proyectadas a esos fines más los misteriosos azudes, se podrían instalar algunas fábricas que dieran trabajo y no fomentaran vicios, pero claro, una empresa de trabajo honesto no coimea, ni presiona para que se vote al caballo del comisario.

Los Planes Trabajar, los de Jefas y Jefes de Hogar, las míseras jubilaciones, la plata destinada a la educación, vendrá junto a los jóvenes aburridos a para al Casino, que no dejará aquí sus ganancias, por que ya conocemos de sobra como se hacen estos negocios aprobados por apretones de nuestro gobernador y sus favorecidos, que no pudo instalar en Córdoba, pero que nos los encajan a nosotros gracias a la obsecuencia de nuestros concejales que se llenan la boca de democracia, pero que obedecen ciegamente las ordenes que indica la disciplina partidaria que nada tiene que ver con los intereses del pueblo, ni con la moral ni la ética que alguna vez hemos enseñado a los jóvenes.

Esos jóvenes que se juntan en la plaza central y sus adyacencias a estar entre ellos, por que no quieren o no pueden acceder a otros entretenimientos, hoy se los está tentando con otra lacra. Hay quienes los acusan de fumarse porros y beberse cervezas, pero no advierten este otro peligro, que no sólo hará más ricos a los hoy beneficiados, sino que por obra y gracia de nuestros conductores se les brinda lo que les faltaba: la oportunidad y la adrenalina que desata el juego. Allí lo tienen, frente a su alcance, con sus rutilantes luces, aunque sea un local donde el apiñamiento, el zumbar de las máquinas y la compulsión del juego forman un cóctel explosivo para tentarlos con otra adicción.

¡Y nuestro intendente que una vez tuvo el digno cargo de Rector de la UNRC, hoy, sin pudor alguno les pone a su disposición el vicio del juego, en lugar de garantizarles trabajo! ¡Qué nos venga con su sermón sabatino a contarnos sus logros! ¿Alguna vez se le habrá cruzado por la cabeza que su proceder está en abierta contradicción con los valores que hacen a la vida digna, junto a la moral y la ética? Está visto que no. Todavía queda gente que queremos a los jóvenes sanos, honestos, con el venturoso futuro del trabajo y la capacitación, abjurando de ser ñoquis, punteros, asesores, colgados del presupuesto o convertidos en la comparsa que rodea a los conductores de la corrupción. Siempre habrá quien se ufane de este lamentable carnaval de la decadencia, pero que se sepa que somos muchos los que exigimos la instalación de fábricas, frigoríficos, talleres, empresas donde se recuperen los valore y la dignidad ciudadana. Basta de desocupados, planes levantamuertos y usina de vagos, basta de proliferación de tahúres y alimañas, que medran al conjuro de luces de colores y ¡Hagan juego señores!

Por que este parece ser el único camino que nuestros conductores han encontrado para reactivar el país, un país en bancarrota, en default, gracias a ellos y en el que persisten con sus métodos.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Magia y embrujo de las palabras (2da. Parte)

Por Susana Dillon

EL OFICIO DE ESCRIBA, MUY PELIGROSO


“tenemos la sangre llena de palabras”
Eduardo Galeano

Con ese material, las palabras, estamos prodigando eso: sangre y fantasía, una forma de vida, una parte ineludible de nuestra existencia. En ellas depositamos todo el cavilar de nuestras experiencias, de la sabiduría que hayamos podido almacenar a través de derrotas y de éxitos, de reposados estudios y de amargas desilusiones. Esto es lo que nos hace esencialmente humanos y capaces de conectarnos con los otros, meternos en sus mundos, ser testigos de lo que pasa a nuestro alrededor.
Desde los tiempos faraónicos el escriba dejó en la piedra y en los papiros la historia de los monarcas y su pueblo. Si el escriba contaba la verdad le podía costar la cabeza…pero. ¿Y ahora?
Desde Homero hasta Rodolfo Wallsh, desde Dante a Haroldo Conti, se persiguió al que se dispuso ser, por cuenta propia, un fiel testigo de su tiempo. El primer síntoma de autoritarismo de los gobernantes que van para dictadores es silenciar, perseguir a los que no se ajustan a sus códigos de censura.
“Los libros no son objetos inanimados”, supo decir Milton, el inglés autor de “El paraíso perdido” ya que libro que se lee es lo más viviente que pueda concebirse, siendo tan fuerte su vitalidad que vence todos los obstáculos y prohibiciones, sobrevive siempre a su autor, reproduce su pensamiento, expande sus ideas, ésas que le causaron la muerte. Los verdaderos libros se elevan muy alto sobre odios, pasiones y venganzas mezquinas. Sobrevuelan la estupidez humana, tan propia de los déspotas.
Imponente, riquísima sería la biblioteca formada por las obras literarias perseguidas, incineradas y prohibidas por la férula de los mandamases que creyeron que se salvarían del juicio de la posteridad al quemar los libros que los denunciaron; asesinando a sus autores. No ha habido tirano que no se sintiera enviado de Dios ni salvador de la patria, no ha habido invasor ni conquistador que no haya justificado sus crímenes argumentando que venía a salvar al pueblo invadido. Pero allí estaban los que registraron sus infamias con esa arma tan sutil e incisiva que es la pluma para dar testimonio de sus crímenes.
Retratistas implacables, los escritores, se empeñaron a lo largo de los tiempos en reflejar el drama de los pueblos sometidos junto al perfil de esos presuntos salvadores de patrias y de mundos. A través de las descarnadas descripciones han hecho gala de una hiriente ironía, una sutil agudeza, una valentía extraordinaria que les trajo persecuciones y muertes, pero triunfaron sobre ellos: los definieron para la historia, la historia que cuentan los pueblos, esa que no se arregla con dinero ni favores.
La literatura nació junto a la persecución, se gestó en épocas inquisitoriales, Homero fue censurado 600 años después de conocerse su obra en Grecia y fue justamente Platón, el inmortal autor de “El banquete” el que más despotricara sobre algunos pasajes de “La Ilíada” y “La Odisea” argumentando que eran escandalosos y atentaban contra la moral.
La persecución literaria se origina por tres motivos: la religión, la política y la moral. Por temas religiosos hubo hogueras, los libros sagrados hasta produjeron feroces guerras. Quien difundía esas ideas lo pagaba con su vida. Se demonizaron obras significativas y valiosas. Al fuego con ellas. Luego la persecución fue política, sin duda la más duradera. La última dictadura se ensañó con libros de ciencia, literatura e ideología. Represiones brutales se cometieron en nombre de la patria, las buenas costumbres y la defensa de la religión. Desaparecieron escritores y periodistas.
La moral ha sacrificado obras geniales y valiosas tales como el “Decamerón” de Boccacio y “Ars Amandi” de Ovidio.
En Rusia, Italia y Alemania predominó la persecución política en épocas de Stalin, Hitler y Mussolini. Para estos dictadores todo tufillo libertario era perseguido a muerte desencadenando purgas literarias y exilio a sus autores.
Cien veces fue sentenciada “La Divina Comedia” mandándosela al fuego, pero sobrevive a sus verdugos. El “De Camerón” desencadenó todos los rayos papales sobre el encanto y la gracia de las regocijantes aventuras eróticas de frailes y monjas libertinas. El libro, pese a su persecución, se leía a hutadillas, en el mayor secreto para luego comentarse en atrios y tabernas. Hasta Isabel, La Católica, la tenía como lectura de cabecera. Pero el premio más codiciado para cualquier autor es cuando sus trozos y estrofas andan de boca en boca, las dice todo el mundo, festejadas y aplaudidas. Cuando pueblos enteros leen, comentan y discuten una obra, es cuando el escriba toca con sus dedos la inmortalidad. A veces ocurre lo que dijo Antonio Machado “Ya nadie recuerda al autor”, lo ha transferido para siempre a la memoria colectiva. Ese es el momento en que la obra trasciende, vive y crece con el pueblo que la festeja.
Shakespeare fue también perseguido y proscripto por su “Rey Lear”. Los espectadores de la obra la encontraron igual a la historia de aquel rey loco, Jorge III. Vino la orden: ¡A cerrar el teatro y silenciar al poeta!
América Latina tiene una verdadera legión de escritores perseguidos, silenciados, exiliados y asesinados. El Martín Fierro no les cuadró a los jueces de la época. José Mármol se atrevió a pintar la época de Rosas. Miguel de Asturias, el gran guatemalteco, se tuvo que exiliar luego de lanzar “El señor Presidente” donde retrató a los dictadores de balcón. El peruano Cesar Vallejo, Gabriel García Márquez, Pablo Neruda… tantos que lucharon a sola pluma contra las dictaduras que asolaron este hemisferio.
Todos hicieron gala de una imaginación portentosa, una fantasía genial y loca para mostrarnos las mas crudas realidades, dichas en forma exquisita y delirante. Porque enseña más que las historias oficiales una novela, concientiza más una poesía que una arenga y siempre se seguirá marchando a la guerra con una canción.
Susana Dillon

miércoles, 10 de septiembre de 2008

LA INDEFENDIBLE PERMANENCIA DE LAS SLOTS

Por Susana Dillon

Desde que se instalaron las máquinas de multiplicar pobres, desde todos los ángulos de la ciudad se alzaron voces de protesta y de advertencias, pero los entusiastas gestores de la obra, nuestros nunca bien ponderados hombres públicos que llegaron al gobierno en elecciones muy poco edificantes, jamás escucharon. La panacea que describían con la instalación de las slots, no cayeron al gusto de la gente sensata que todavía cree en el trabajo decente en que hay que sudarse el lomo. Tampoco fue bien recibida por los que habíamos, en nuestras mocedades recibido, las lecciones dadas por la historia y las correctas costumbres. Los que ya somos veteranos, tuvimos padres y maestros que insistieron en que “lo que el agua trae, el agua se lo lleva” y la otra: “plata de juego, agua entre los dedos”. Desde la remota antigüedad el juego fue señalado como una lacra. Una especie de peligrosa enfermedad creadora de miseria y repudio social, de penas y llantos, no solo para el enviciado sino para toda su familia que al final también se pierde, como la confianza, la estima y el crédito.
No bien se anunció la instalación del Casino, hubo muchos que levantaron la voz previniendo mayores males y muchos luego se agarraron la cabeza leyendo los resultados. Han salido estadísticas y cifras que se esfumaron pero nuestros poco enterados conductores echaron al canasto y siguieron adelante. El señor Vice gobernador a la cabeza de tamaña cruzada parece realmente el propietario de la gallina de los huevos de oro en trance de perderla ante la iniciativa de nuestro intendente que está poniendo el oído en lo que dice su pueblo: que más son los desastres que provoca el juego que sus beneficios. Tal vez el señor vice no se haya dado cuenta que en épocas en que se nos amenaza con volver a los bonos en lugar de sueldos y jubilaciones, medida que por supuesto no alcanzaría a sus robustas dietas. Los sufridos jubilados, los empleados provinciales y todo lo que dependa del erario público se piensa subsanar con papelucho de los que hace tiempo tenemos experiencia: el dinero que viene del vicio es una migaja comparado a lo que se lleva de Río Cuarto sin que sepamos adonde. Recordamos los tiempos en que la señora Riutort manejaba con alegría el tema bonos que se imprimían de a camionadas en Chile.
La postura del señor Vice Gobernador Campana es la del fullero que no quiere perderse el negocio fácil hecho sobre los incautos que entregan sus míseros haberes, como los Jefes y Jefas de hogar, las pobres jubiladas de educación y tanto ingenuo que cree que en una noche de suerte puede pasar a rico cuando está ciego por la voracidad del vicio.
Los resultados son nefastos, pero el señor Campana cuida el garito, está a años luz de los que produce el trabajo honrado. Ya tenemos encima la droga, la trata de mujeres y de niños, la violencia, la mafia y no tenemos noticia que se la está combatiendo. No, este señor insiste en salvar por propia y evidente iniciativa. ¿No habrá encontrado en su cargo algún proyecto digno de mejor causa?
Susana Dillon

jueves, 4 de septiembre de 2008

Magia y embrujo de las palabras (1ra. Parte)

Por Susana Dillon

“Pueden describir lo mas sublime, pero llegar a lo mas abyecto”
Esopo.

Las palabras, eso que hacen al hombre distanciarse de las bestias, son el envase de las ideas.
A ellas les confiamos nuestra necesidad de acercarnos a los que nos rodean, cumpliendo con el instinto de ser seres sociables, aún con códigos y costumbre diferentes.
Las palabras, que primero fueron rústicos sonidos, guturales expresiones gritos de rabia o de euforia, luego se aprisionaron en signos y siluetas, grabadas en las piedras, para dejar las huellas de sus necesidades o sus creencias, pero a los siglos empezaron a viajar no bien se descubrieron los valores de mensajes dejados en cueros grabados, para volar en hojas de un país a otro, de una mano a otra que las esperaba.
Ya lo dijo el viejo Esopo, aquel esclavo griego que inventó las fábulas: “pueden describir lo más sublime y llegar a lo más abyecto”. Pueden entonces obrar como veneno y como antídoto, llevar la vida o la muerte.
Dice Galeano: “tengo la sangre llena de palabras”, porque las usa para mostrarnos las venas que se abrieron en nuestra América cuando se cercenaron las libertades y se esclavizó a los hombres.
Hay palabras toscas, rudas, rebeldes a la pluma, de texturas ríspidas y también las hay aterciopeladas, deliciosas, sutiles, enamoradas, que da encanto decirlas y obran como bálsamo. Son las que desparraman los poetas cuando las lanzan a correr el mundo, para deleite de los que las encuentran, para mitigar los sufrimientos y entender sus dramas.
Con las palabras se juega y también se tortura. Son seres vivos que nacen, crecen, se aparean, se multiplican y desaparecen en el más profundo de los olvidos. Las hay a la moda, que duran como una minifalda, las que enferman, tienen patologías, se parasitan, se corrompen, y luego degeneran, vaciándose de contenido y de efecto a fuerza de vulgarizarlas. ¿Has visto lo que pasa con la palabra “ESPECTACULAR” que se pronuncia para calificar desde un plato de sopa a una dama despampanante o a un gol inolvidable?
Ahí tienen un ejemplo de vulgaridad insoportable. La gente sigue usando ese burdo tinelismo. Un término que dio la vuelta al mundo en la boca del conductor de programas donde se divertían a costa de los viejos, las tontas y los desprevenidos.
A muchas palabras las inventan en los laboratorios, otra nacen con defectos porque pertenecen a otros idiomas y se prestan como si fueran un pañuelo o una taza de yerba, hasta las hay tuertas, cojas o mancas. También están las que nunca queremos pronunciar y sin embargo se nos meten por cualquier hendija como si fueran un chiflete y somos capaces de sacarlas a patadas por las puertas. Son las que no queremos oír, se nos presentan en el espanto de las pesadillas o pertenecen a los reproches de la conciencia, esa voz que no nos deja en paz cuando por comodidad no nos hacemos cargo de nuestras debilidades o nuestras culpas. Son las secretas voces que no nos atrevemos a decir al confesor o al psiquiatra porque representan nuestros demonios agazapados en el sótano del inconciente.
Pero las hay resplandecientes y mágicas que usamos muy pocas veces porque pertenecen a nuestros jardines interiores, allí donde albergamos al amor de mil formas, a nuestros ideales y a las más extravagantes utopías.
Cómo serán de atrapantes y seductoras que hay un proverbio hindú que nos recuerda: “con redes se cazan los tigres, y con palabras de adulación a los hombres”.
Con un puñado de palabras, te las puedes arreglar para cambiar el curso de una política, voltear un dirigente, demoler una honra, pero también remediar injusticias, levantar a un caído, hacer florecer una idea, honrar a un humillado, en fin, cambiar una situación, redimir al mundo, crear nuevas ilusiones. ¡Viejo Esopo, cuanta razón sigues teniendo!. ¿Acaso Cleto no dijo una sola palabra a tiempo y quedó para la historia?

Susana Dillon