miércoles, 25 de mayo de 2011

Deportes nativos



Por Susana Dillon

Así como en la actualidad, el fúbol es una pasión colectiva, antaño los indios también tenían un juego nacional: el PALITUM, llamado "CHUECA" cuando lo vieron los españoles porque les pareció que tenía mucha semejanza con la burria o chueca que se jugaba en España con palos torcidos en la punta o chuecos.
Este deporte se jugó en América desde tiempos inmemoriales. Los jugadores divididos en dos equipos tratan de hacer tantos con una pelota de madera empujada por la chueca o palín hacia una línea divisoria. Al palo se le llamaba uño y era muy parecido a los del actual hockey.
Los jugadores, en la cancha, al rayo del sol, jugaban semidesnudos empujando aquella pelota entre gritos, empujones, carreras y quites. Juzgaba y dirigía el juego el lonco con un silbato. A los costados del campo jugaban en canchas improvisadas mujeres y niños que de esa manera imitaban a los mayores. Todos querían ejercitarse porque así se sentían fuertes y ágiles en caso de guerra.  Siempre se estaban preparando para ese acontecimiento.
El palitun fue considerado por religiosos y autoridades blancas como un peligro, pues era evidente que esa fuerza que se les despertaba en el juego, luego era usada para guerrear. Fue perseguido todo indio que lo practicara y hasta se los castigó con la excomunión. Pero como todo lo prohibido y perseguido se siguió practicando en lugares en que no hubiera blancos que los delatasen. Aún las comunidades mapuches lo practican. En Chile a pesar de tanta persecución lo juegan los jóvenes oficialmente. Otro deporte muy practicado era el LONCOTUN especie de lucha greco-romana en que ganaba el que ponía a su contrincante con la cabeza en el suelo luego de muchos revolcones, tiradas de pelo, llaves, golpes y fintas.
Una vez terminados estos juegos en los que eran invitados equipos de lejanas regiones, los participantes eran homenajeados con un convite en el que abundaba la comida traída por las mujeres y la bebida llamada chicha que se fabricaba con la fermentación del maíz, también obra de las chinas. Aquellos encuentros duraban días y favorecían las relaciones tribales.
Aunque también, a causa de los desordenes de las bebidas solía haber grandes grescas. Pero siempre estaban los sabios ancianos que sacaban a relucir sus KUTRAS y fumaban para apaciguar los ánimos o entrar en trance. No olvidemos que conocían la existencia de hierbas alucinógenas y las usaban en sus rituales.
Las carreras de caballos, la doma y el adiestramiento de estos animales los tenían ocupados la mayor parte del día cuando permanecían en las tolderías. Entre uno y otro entretenimiento hacían apuestas, eran muy amigos de jugar a los dados y a los naipes que les cambiaban a los pulperos por plumas y cueros de animales pelíferos, en ésas también hacían trampas y estallaban por este motivo las peleas.- ¡Timberos los indios!
La caza no sólo era deporte, era por sobre todo cuestión de supervivencia salir a cazar lo que el desierto atesoraba, era después de la guerra, la gran actividad. Menos las mujeres embarazadas, los niños pequeños o los indios baldados , todos, hasta los ancianos, participaban en bolear choiques,  guanacos, llamas y venados a los que se les aprovechaban no sólo  la carne sino las plumas, los cueros, las lanas, las pezuñas, y huesos para construir la ruca y fabricar sus vestidos.
Ver desparramados en los pastizales a los indios, llevando sus caballos de tiro, agazapados para caerle a la presa de improviso o contemplarlos en veloces carreras contra el horizonte, debió ser un espectáculo emocionante. La pampa infinita era generosa y el indio sólo cazaba lo que consumía. Tenía un enorme respeto por lo que Nguenechén le brindaba a través de la MAPU, dadora de vida y abrigo en la muerte.

1 comentario:

  1. muy bueno el artiuculo felicitaciones, estos articulos lo deberiamos ver a diario para conocernos mas ,siga con los mismos.

    ResponderEliminar