Texto leído en audiencia pública
Por Susana Dillon
En tiempos de mi infancia, al juego por dinero se le llamó vicio. Quien se hacía adicto entraba en un círculo vicioso del que no podía salir, trayendo a su vida y a la de sus allegados un sinfín de calamidades y lágrimas. Quien lo adquiría muy pocas veces podía vencer su influencia devastadora.
Hoy, hasta nuestros gobernantes, que debieran proteger a la población de esa nefasta enfermedad, son los primeros en instalarlas, contra viento y marea, porque con lo producido, argumentaban, mejorarían los presupuestos fiscales, siempre agotados por las malas administraciones de las que no se pueden hacer cargo amenazando con la salida de los no menos nefastos bonos.
Nuestro ViceGobernador es el más entusiasta de querer mejorar el estado de las arcas públicas, enfermando a la población con la instalación de las tragamonedas, cuyo beneficio no queda en Río Cuarto, sino que las sumas astronómicas se esfuman y aquí quedan los dolientes.
Tragamonedas es una palabra que indica “advertencia”, por eso, para ocultar su definición se ha buscado un rebusque o anglicismo con el sibilino propósito de hacernos tragar el sapo. En una de esas, los incautos caen en la trampa. Pero no es cosa de cambiar de término sino de conductas,
tanto de los jugadores como de los políticos con iniciativas tan obtusas.
El juego, entretenimiento turístico o como le llamen sigue siendo un vicio maldito.
Ahora, habría que reclamar y obrar ante los políticos que instalaron el flagelo en nuestra ciudad, como el Ing. Cantero, diputado de la Nación que no ha tenido al respecto una idea muy brillante, pero sí un ego monumental, que le impide enmendar sus errores… y van cuantos?.
SUSANA DILLON
monedas monedas, ¿dónde hay una &ª@% moneda?
ResponderEliminarse las trago la repputa máquina maléfica, no solo las monedas se debora billetes incluso los que tienen la cara del repugnante Roca(ojo solo la cara de Roca me repugna)
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