jueves, 22 de julio de 2010

Fin del mundial


Y se acabó el carnaval

A partir del bien ganado triunfo entre castañuelas y panderetas, los hispanos, esta vez , no reprisaron aquello que machacan cada vez que filosofan en grande: "los toros y el futbol son el opio de los pueblos".
Como todavía la siguen, vamos a dejarlos que se lo saboreen. Han hecho méritos ¡olé!.
Nosotros, eternos sudacas, hemos hecho lo posible para que los altos, rubios y ojiazules teutones nos amonesten, con su helada reconvención racial: nos trataron así los que se expresan cuando se sienten superiores y esta vez no sin razón.
Pero lo que resulta todavía más doloroso es cuando se nos señala que el responso viene de los dueños de casa , los sudafricanos nos mandan de vuelta a los que nosotros teníamos la peregrina idea de que serían  útiles siquiera para animar el tablón. 
Esta nación nueva, que se animó a preparar el magno evento apostó a que todo el mundo se portara como lo indican las reglas de estas circunstancias: la buena educación y las correctas costumbres civilizadas. Pero no. Nosotros, o mejor nuestros 'ínclitos dirigentes deportivos y las autoridades máximas, léase hasta los que se plegaron desde el oficialismo , estuvieron acordes en que el mismo avión que se fletaron los componentes de un cuadro nunca visto ni imaginado  viajara junto a un nutrido grupo de barras bravas con espeluznantes prontuarios.
Y como el diablo hace la olla, pero no la tapa, lo del prontuario se supo, teniéndolos que mandar de vuelta porque eran peligrosos y mal enseñados. Ya ven: nación nueva, pero advertida. No les tembló la mano para hacer lo preciso. Los sudafricanos, como auténticos dueños de casa hicieron lo correcto: darnos la lección de comportamiento y dignidad que no tuvieron nuestros dirigentes y sus aliados temporales. No permitieron que esa fiesta tan deseada se desluciera por la estupidez de los que iban a ganar los partidos imponiendo la brutalidad, el desorden y la conducta disolvente de los que viven y obran según sus bajos instintos y su costumbre de llevarse el mundo por delante.
Los "barras bravas" un invento "made in argentine" nos avergüenza porque revuelcan por los suelos el prestigio de los deportistas que quieren demostrar todo aquello en que son excelentes, sin necesidad de andar arrastrando el poncho por la cancha.
Estos delincuentes que siembran el pánico, el temor y la grosería gratuita , haciendo una total negación de las leyes civiles y deportivas queriendo volver a la época de las cavernas, donde gana la ley del más fuerte pero no la del mejor.
El espectáculo que nos tocó presenciar ya comenzó mal cuando en el mismo avión se mandaron lo mejor de los deportistas consagrados con lo peor del público -bravo e indeseable. De esos que cada domingo siembran la destrucción, el pánico y hasta, a veces la muerte por los estadios.
Si los dirigentes de los clubes, siguen haciendo la vista gorda ante este verdadero desmadre, ante este sacar a relucir en las canchas la bestia que desatan en los estadios. Si la FIFA o la AFA son siglas que están emparentadas con la mafia y consideran a esta lacra necesaria, será mejor que busquen asientos en otros espectáculos. El futbol morirá de asco. Aceptar mansamente que primero está el negocio que el deporte, viajar con la compañía de los innombrables, tener que pagarles la farruca con los impuestos que oblamos mansamente no me parece que dure la paciencia de Juan Pueblo. Más vale que para el próximo evento nos quedemos todos en casa con un tratado de ética deportiva que nos ilustren nuestras nociones de una elemental educación para la convivencia pacífica.
El papelón sufrido en Sud África por mandarles los más ignorantes, groseros y prepotentes especímenes que portamos como si fueran parásitos, nos produzcan un saludable escarmiento.
Por empezar, los organizadores de estas embajadas insoportables, debieran cursar una disculpa a los dueños de casa allá en la lejana Africa Del Sur. Al menos reconocer lo mal hecho ya es síntoma de cambio.
Cuando nos mandaron de vuelta a los insoportables barras bravas ya se justificó que nos señalen como sudacas y atrasados. Los teutones dejaron clara  nuestra prepotencia e ignorancia pero eso pasa cada vez  que echamos en saco roto la conducta deportiva y se hacen negocios con la mafia.

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