jueves, 13 de mayo de 2010

Están castigados los que dijeron qué pasó en la cárcel


Por Susana Dillon

Si la jefatura de la Unidad Carcelaria de Río Cuarto considera que no debe pasar al conocimiento público lo que está sucediendo en su interior, luego de la muerte misteriosa del interno Silvio Robledo y se está castigando con traslados a otras unidades, a los sospechosos de pasar noticias al exterior, es señal que se están produciendo actuaciones reñidas con la libertad de expresión, cuando precisamente se están violando leyes.
Lo que pasa tras los severos muros de la fortaleza, no se quiere dar a luz pero se filtra, no sólo por los que concurren a los que deben ser entera­dos porque son familiares de la víctima, sino porque cuando más se quiere tapar lo que pasa: introducción de drogas y fármacos para tener a la gente con somniferos, así no molestan. Se ha obstaculizado a la prensa y re­sulta evidente que las autoridades de la gobernación están ciegas, sordas y mudas ante el caso. Salvo los cambios acelerados de personal jerarquizado, idas y venidas con el tema de la destrucción de los nichos de castigo y enseguida vueltos a armar con los mismos elementos: cadenas, collares de hierro, argollas para sujetar de pies y manos a los castigados sobre colchones de portland a los que se les arroja agua para que no se duerman. Estas medidas tomadas a la ligera, con el sólo efecto de pretender que ya no se hable más, son una prueba contundente de culpabilidad en el manejo de los destinados a seguridad.
Cabe seguirse preguntando ¿no llegarán al Sr. Gobernador y a su secreta­rio de Derechos Humanos estas espeluznantes noticias que son un calco de lo padecido en la dictadura o prefieran seguir machacando con vacíos discursos lo bien que se está gobernando y lo bien que nos va a ir si los votamos, cuando se avecinen las elecciones?‑.
Hay que volverles a advertir que tales procedimientos y silencios sugestivos, son un verdadero "piantavotos".
No será posible, con esta nueva ley de medios, hacerles llegar a nues­tras autoridades las noticias de lo que está pasando en las penitenciarías de nuestra provincia , en especial la nuestra, donde lejos de pro­curar que los internos salgan en mejores condiciones, sino que a raíz de mal trato van a salir con mayores rencores, ignorancia y endurecidos por la falta de justicia y trato humanitario.
La mayoría de los que todavía estamos afuera, estamos concientes que las cárceles están ocupadas por ignorantes, pobres y morochos. La clase al­ta, la que "las sabe hacer bien", ésa tiene para comprar abogados, jueces, y pagar abultadas sumas para pasarlo cómodamente en casa.
Hay dos justicias, para ricos y para pobres y más tarde o más temprano este estado de cosas termina mal. A ver si la entienden los que no quieren escuchar los lamentos de madres inconsolables e hijos sin padres.
Este caso, el del joven Robledo es otro de los que echan por tierra nuestra confianza en la justicia y en los que tienen por ocupación la política, utilizada como medio de vida no para servir al pueblo, sino para servirse de él.
Y aquí otro asunto a tener en cuenta: algunos presos están haciendo un trabajo de pintura para las aberturas de la Universidad Nacional. Los que pintan no usan los barbijos que esa tarea requiere y como la pintura emana gases tóxicos , al momento de aplicarla los demás están en una verdadera niebla malsana.
Estas informaciones vienen del "afuera". No se desquiten con los internos

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