viernes, 22 de abril de 2011

Cuando la historia se repite




Y el diablo dijo: ¡hagamos la timba!


Por Susana Dillon

En 1528 y siguiendo la ruta que antes había navegado don Juan Díaz de Solís cuando descubrió el Río de la Plata llamándole Mar Dulce porque nunca se había conocido río más ancho, don Sebastián Gaboto encontró buen lugar para fundar un fuerte a orillas del rio Carcarañá donde vuelca sus aguas en el Paraná.
La expedición era muy sencilla y el marino italiano al servicio de España traía órdenes de encontrar alguna vía fluvial que se comunicara con la gente que se suponía venía del Perú.
Los indios querandíes, que habitaban esas regiones eran belicosos y fuertes. Al río le había puesto ese nombre porque significaba devorador de hombres, tan peligroso y correntoso era.
Como al principio los indios les conseguían buena pesca y animales de caza, también los censaron para luego empadronarlos y hacerlos sus esclavos por el sistema de la "encomienda", y comenzaron los abusos.
Gaboto concluyó el fuerte al que se le llamó Sancti Spíritu con la ayuda y el trabajo de los indios, pero siguieron las exigencias. De modo que las relaciones entraron en crisis.
El objetivo que llevaban los expedicionarios era fundar ciudades y fuertes, reconocer el territorio, buscar ríos que se comunicaran para acercarse  a los otros españoles que por el Pacífico habían llegado con el mismo fin.
Gaboto, reparó sus bergantines, naves livianas y bastante veloces, para iniciar el reconocimiento del Paraná hacia el norte. Dejó un grupo de soldados al cuidado del fuerte indicándoles los trabajos que harían en su ausencia, recomendándoles muy especialmente que no se entretuvieran en juegos de azar a los que eran muy aficionados sus soldados, que como todos los españoles eran muy inclinados a esos entretenimientos. Gaboto ya había experimentado ese inconveniente, también los advirtió de los peligros que representaban los indios vecinos... Y no estando el gato, los ratones hicieron fiesta.
Las toscas mesas del fuerte, día y noche funcionaron como garitos. Mientras hubiera víveres y velas, seguirían azotando a los indios para que los siguieran abasteciendo.
A tanto llegó el abuso que una noche cayeron los querandíes a los alaridos incendiando el fuerte con los jugadores adentro.
Al tiempo llegó de regreso Gaboto de su excursión, encontrando el desastre. Sus hombres incinerados, junto a los naipes, los dados y las fichas.
Derrotado y furioso se volvió a España sin encontrar lo que buscó. De aquellos tiempos al presente, el juego, vicio, enfermedad, entretenimiento o como quieran llamarle, nos ha dejado marcados.
En nuestro país, que todavía no existía,  ni se sabía hasta donde llegaba, se había instalado "la timba" antes de fundar ciudades.
Aquí, en nuestra ciudad pasó algo parecido: en tiempos del intendente Cantero se instaló un casino, en lugar de una fábrica que era lo que la población necesitaba para tener trabajo digno. Pero quienes viven del vicio y de las coimas prefieren, como los soldados de Gaboto terminar sus días incinerados.

Dedicado con simpatía a José Manuel

1 comentario:

  1. SOS LO MAS GRANDE QUE TENEMOS EN ESTA CIUDAD,SUSI QUERIDA,TE ADOPTAMOS,POR ESO SOS NUESTRA,CUANTAS VERDADES,GRACIAS!!!!!!!!

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