domingo, 2 de septiembre de 2012

Volver al pasado, según Milagro Sala


Por Susana Dillon

Fue durante mis tiempos de colegial que pasé en Pergamino, asistiendo a la Escuela Normal una de las mas prestigiosas de la provincia de Buenos Aires, gobernada por el Dr. Manuel A. Fresco, un exponente del mas duro conservadurismo que por supuesto, se estaba definiendo en cuanto a ideologías totalitarias.
Recuerdo que en la Plaza Merced, camino obligado a la escuela, estaban levantando un monumento con forma de pan dulce de gran tamaño, donde luego de revocarlo, le hicieron unas letras imponentes de bronce en tres de sus caras, que lucían Dios, Patria y Hogar, según miraran hacia la Iglesia, el Municipio y el Banco Hipotecario.
No bien estuvo listo, vinieron los Boy Scouts recién fundados haciendo marchas, y contramarchas en todas direcciones, haciendo sonar el tambor y evolucionando rígidos, para mayor gozo de padres orgullosos de sus hijos ante tanto orden, todos cantando el himno y demás marchas militares, yéndose al fin al club gimnasia que los contenía.
Mi  maestra, observaba muy seria la demostración, cuando sentí que le decía a una compañera docente " menos mal  que se van, a éstos les siento olor a Mussolini".
Aquella maestra era reconocida por su excelencia como educadora, le había pasado su manera de pensar a una compañera de turno y ésta se lo comentó a  otra que se reunió con sus colegas.
Aquellos fueron tiempos de cuidar el detalle. El autoritarismo se observaba  en todos los gestos de una democracia en decadencia, el gobernador Fresco, hombre que capitaneaba a "los lomos negros", fustigaba a sus mismos correligionarios, para que se dejaran de combatir el fraude, dadas las circunstancias que ya se acentuaran en Europa los gobiernos fuertes: el caudillismo en la España franquista, el fascismo en Italia y el nazismo en Alemania.
Cuando entramos en clase comenzaron los comentarios del porqué los Boy Scouts, sobre todo los varones, que se sintieron atrapados por los uniformes, las marchas y las órdenes de mando. Uno, el más informado, opinó que allá en Italia se les llamaba "los balilá" y que eran chicos que se adiestraba en actividades de hacer campamentos,  excursiones, almuerzos campestres, ayudar a los bomberos y sobre todo, aprender a ser útiles a la patria.
Lo que dijo el veterano, entusiasmó a los presentes. Era lindísimo aquello de acampar junto al arroyo, levantar carpas, prender fogatas para hacer el rancho, aprender formaciones y sobre todo tener disciplina y obedecer órdenes.
Las chicas serían admitidas después, los importantes eran los varones,  ellos eran lo primordial en esta empresa.
El jefe, un Sr. uniformado con charreteras y pito, fatal de gritón les habló de la importancia y los beneficios de estar siempre alertas por lo que se avecinaba, que los llevaría a la gloria y a los triunfos venideros. Ya Europa tenía sus héroes y eran el ejemplo de la humanidad. De modo que se debían anotar los sanos, de buena familia, ser estudiosos y listos para cuando se los llame a colaborar.
A partir de aquel día en cada plaza bonaerense se instaló el monumento pan dulce con la inscripción sacrosanta, Dios, Patria y Hogar que el Gobernador inauguraba en cada plaza del primer estado argentino y arengara a las multitudes que salían en los noticiosos de Italia y Alemania que se nos habían adelantado en esta patriada. Claro, también en los cines se pasaban noticiosos donde chicos blanquísimos, rubios y en albos uniformes de sport, donde en impecables campos de deportes, hacían gimnasias calistenias y deportes, al son de marchas impecables se preparaban para un destino venturoso y triunfal.
En tanto la derecha nazi y la fascista se extendían, mientras España sangraba su guerra civil, donde se probaron las armas mandadas a Franco durante los años 36, 37,38 y 39.
Argentina recibía, en barcos atestados no de turistas,  sino de españoles que llegaban con lo puesto, siendo recibidos con honras por los que simpatizaron con los republicanos. Río Cuarto, fue entonces un centro de atracción para los refugiados.
Y se puso de moda el "Cante Jondo", se instalaron tablados, los comedores con mariscos y escenarios con fogosos oradores que nos ponían al tanto de lo que era el fascismo, el nazismo, el caudillismo y como se estaba destruyendo España.
Algunos pintores también llegaron con sus atriles a exhibir lo inspirado en la contienda mas sangrienta que se recuerde.
Hasta se hicieron réplicas de GUERNICA, de un pintor revolucionario que marcó, como nadie esta época de horrores. Fue Picasso el que dio el campanazo que sonó en todos los vernissages. Nadie como él, pudo reunir dos escuelas muy acreditadas por entonces: el expresionismo y el cubismo, en un cuadro que es un impacto de la guerra mas atroz sobre un pueblo desgarrado que allí se probaron con las bombas de nazis y fascistas ese cuadro fue mas combativo y antibelicista que si hubieran contestado con un contraataque formidable. Con su GUERNICA Picasso destruye toda ideología basada en la guerra, su vigor es mas fuerte que las bombas.  Contemplarlo, aún el más negado en arte, lo sacude con su mensaje.

Las fotos de las manifestaciones de los jujeños, levantando el puño guerrero, de tiempos aciagos nos ponen en guardia sobre este nuevo cuadro tremendista. Nos parecen, los sufridos trabajadores y los postergados pueblos originarios que están siendo llevados al combate que ya han sufrido en otras edades y uno no se puede sacar de la memoria, esas otras veces que, con el mismo canto, han servido para ser carne de cañón.
Tengamos presentes esas otras veces en que se sueltan fuerzas imposibles de contener , como le pasó al aprendiz de brujo, cuento clásico de siglos atrás , donde se advierte que lo que en realidad se busca es "la idea única" el quedarse para siempre en el poder, y sepultar la democracia.

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