“Es un error creer que las acendradas ideas religiosas y las disciplinas científicas son un antídoto contra las supersticiones"
Julio Vicuñas Cifuentes " Mitos y Supersticiones" (Chile)
Le preguntaron a Sócrates si él creía que lo mitos y el sabio de la Magna Grecia, reclinado sobre un triclíneo respondió un tanto dudoso: " tendría que hacer un gran esfuerzo de inteligencia para probar la falsedad de lo que creen los demás". Con tan cómoda salida, dejó sentada para la posteridad que sólo se desprendería de determinadas creencias según creciera su nivel intelectual asentado en la evolución del conocimiento. El pueblo, como Sócrates, acepta sin trabajo lo que está habituado a oír, aunque vaya a contramano de sus ocultas convicciones. No caben en su magín meterse en discusiones molestas y del nunca acabar, así que las traslada a un virtual patear para adelante el juicio definitivo.
Hasta los más encumbrados intelectos tuvieron a mano supersticiones y mitos a los que se aferraron de por vida. Tal los casos de Santo Tomás, Diderot, Voltaire, Rousseau y Napoleón que le tuvieron idea al día viernes.
El gran corso siempre apostó a su buena estrella que le fue fiel hasta Waterloo. Los italianos mantienen firmes su fobia a los " jettatore" una especie humana atacada por las malas ondas a las que se conjura haciéndoles cuerno. Nosotros, en cambio no tenemos antídotos, si se nos cruza un gato negro por el camino o nos chista una lechuza. Mejor nos va si nos encontramos con un perro haciendo caca. Le hacemos gancho con los dedos para que la corte. No me explico de donde se sacó la historia esa de que sí se pisa ese estiércol nos asiste la suerte. Sí, debe ser suerte de no caerte de narices en la torta. Sin se volcó vino en la mesa, sobre el mantel, todos, en un ataque de euforia bramamos ¡“alegría”! y nos mojamos la frente haciendo una cruz para no espantar la buena suerte.
Todos estos recursos son llamados supersticiones, repudiadas por la razón y en muchos casos por la Iglesia, aunque muchos remedios están inspirados en la mediación de los Santos a que se recurre con frecuencia y raras ceremonias.
Brujas, curanderas, ancianas sabias y hasta damas desequilibradas acuden a viejas fórmulas para resolver problemas de crédulas y afligidas.
Las curanderas de palabra tienen su fama, de ellas he aprendido estos conjuros, que a quien tiene fe, sin duda la asisten:
En caso de marido bravo que llega a la casa golpeando puertas y pateando perros, le viene bien éste:
“Bravo bienes como león,
manso llegarás a mi corazón
como Jesucristo llegó a la cruz,
Dios conmigo y yo con él
adelante mi Jesús y yo detrás de Él"
Según la experiencia de lo aguantado agregar un credo. Si no resulta, esperarlo con el palo de amasar no bien pise el umbral.
En tiempos de robos, asaltos y crímenes se recurre al Santo que se ocupa de proteger nuestros bienes y cuerpos ya que los por su ocupación debieran defendernos andan por ahí engordando con pizzas y exigiendo coimas.
“Señor San Silvestre,
de Montemayor,
cuídame la casa
y su alrededor
de mis enemigos,
y falsos testigos"
Otros le rezan a San Cipriano, mucho más eficiente que las fuerzas del orden emparentadas ahora con la mafia.
Un mito que tiene su prueba de fuego es el que sentencia " los hijos bastardos se parecen al Padre para que no pueda negarlos"
Tenemos cerca en el tiempo y la farándula el caso del Diego, pero históricamente está el sonado caso de Sarmiento con su Dominguito que se lo achacó al marido de una chilena. Para esos casos ni hizo falta el ADN.
Uno de los santos que tiene mayor trabajo atendiendo a su clientela es sin duda San Antonio que ayuda a buscar novios a las muchachas y aún yernos a suegras, a veces con finales poco felices a pesar de que les cumple.
Una madre casamentera solía acosar al santo con pedidos como éste, año tras año, sin éxito:
"San Antonio bendito,
Cara de rosa,
Darle marido a mi hija
Que ya está moza"
El Santo cumplió a su tiempo, la chica se casó, pero el marido salió la piel de Satanás, hasta le quiso poner la mano encima a la suegra, la cual tuvo que cambiar el ruego:
“San Antonio bendito,
Cara de cuerno,
Así como es tu cara
Así es mi yerno.
sacamelo de casa
Que es un infierno"
Este sacrificado santo que lo tienen full-time subiendo y bajando las escaleras celestes con pedidos de todo género para conformar a las niñas casaderas y a sus exigentes madres, a menudo, con tanto trabajo, no cumple con todos los pedidos. Por esta razón, las postulantes lo tratan con sumo rigor y con respeto. Vean sino: una joven chilena, tan hermosa como pobre, veía que pasaba el tiempo y el candidato no aparecía, pese a abundarle misas y novenas. Ya indignada por la ineficacia del santo, lo tiró por la ventana a la calle justo cuando pasaba un elegante caballero. La imagen le dio un fuerte golpe al joven que muy molesto quiso saber de dónde provenía la agresión. Conoció a la chica y en poco tiempo se realizó el matrimonio. El santazo dio resultado, con lo que quedó comprobado que al santo había que tratarlo con severidad para que cumpliera con su oficio. Ahora una se explica que haya santos que los pongan cabeza abajo para que asuman sus responsabilidades. Los ajustes laborales se están haciendo sentir en el otro mundo.
Y para redondear: si su compañero de lecho ronca como una Harley Davison dele tres golpes con una chancleta en la boca. Callará para siempre o huirá por la ventana. Sí tales artilugios se estrellan en el más rotundo fracaso, ponga al causante en la puerta de su casa con sus propias valijas y dele un empujón. Más vale perderlo que encontrarlo.
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