Por Susana Dillon
En el incario, el monarca disponía los años en que no se debía procrear, ya sea por catástrofes naturales, pestes o sequías, los anticonceptivos eran más eficaces que los actuales. Consistían en un dedal de cerámica que se colocaba en el cuello del útero y se sacaba cuando había pasado la calamidad.
Los aztecas, feroces guerreros y curtidos campesinos no tenían ningún respeto por la virginidad, pero si la mujer no lo era, llegado el día del matrimonio, los suegros y cuñados participaban de la desfloración ya que creían que el novio podía ser embrujado en ese trance. Entonces, el novel novio, esperaba con paciencia que le tocara su turno una vez que sus parientes habían ahuyentado al demonio.
Esta actitud no debe escandalizarnos, para los mismos tiempos los europeos tenían el "derecho de pernada", por el cual, la novia era sometida sexualmente por el señor de la comarca, noble o castellano que tenía ese privilegio entre sus vasallos y protegidos. La autoridad cristiana aprobaba dichas prácticas e intervenía en ellas.
Esta actitud no debe escandalizarnos, para los mismos tiempos los europeos tenían el "derecho de pernada", por el cual, la novia era sometida sexualmente por el señor de la comarca, noble o castellano que tenía ese privilegio entre sus vasallos y protegidos. La autoridad cristiana aprobaba dichas prácticas e intervenía en ellas.
La prostitución pública no se dio en América precolombina. Sí existía la ritual con los hombres águila y los hombres jaguar, pero siempre después del combate. Nunca antes.
Los mayas tenían matrimonio matrilocal, es decir, el hijo varón iba a la casa de su futuro suegro a trabajar para él por cinco años. Era un casamiento de prueba o de servicio.
Las mujeres eran muy importantes es aquella sociedad, eso se comprueba en los murales de Bonampac por el lugar estratégico que ocupaban.
Las mayas eran fatales de celosas y los hombres lujuriosos y empedernidos jugadores. Con tales datos, la vida no sería ni serena ni aburrida. El obispo Diego de Landa que los descubrió y estudió, opinó que ellas eran "maravillosamente castas". Los españoles que pretendían seducirlas eran despreciados dándoles la espalda, apartándose de ellos como la peste.
Los mayas tenían matrimonio matrilocal, es decir, el hijo varón iba a la casa de su futuro suegro a trabajar para él por cinco años. Era un casamiento de prueba o de servicio.
Las mujeres eran muy importantes es aquella sociedad, eso se comprueba en los murales de Bonampac por el lugar estratégico que ocupaban.
Las mayas eran fatales de celosas y los hombres lujuriosos y empedernidos jugadores. Con tales datos, la vida no sería ni serena ni aburrida. El obispo Diego de Landa que los descubrió y estudió, opinó que ellas eran "maravillosamente castas". Los españoles que pretendían seducirlas eran despreciados dándoles la espalda, apartándose de ellos como la peste.
El adulterio entre los mayas era bastante usual, sobre todo cuando fanatizaban por el juego de la pelota y las apuestas que se hacían a tal o cual equipo, pienso que al problema lo venimos arrastrando hasta la actualidad. Siempre se puede aprovechar un campeonato para que las damas insatisfechas pongan unos robustos cuernos al marido hincha recalcitrante. Ahora si la señora era encontrada infragante, se la estigmatizaba ante toda la comunidad... y fuiste.
Además si la mujer era estéril, la familia del marido intervenía para disolver el matrimonio. Luego él se volvía a casar. Ella era entonces una paria social, los viudos debían esperar un año antes de volverse a casar y para colmo debían guardar abstinencia. Lo dicho: el amor y la muerte eran una gran complicación.
Los guaraníes deben haber sido las mujeres más liberadas. El novio la podía visitar en su choza, la primera noche sólo conversaban, pero si él lucia, al otro día, la espalda llena de arañazos era porque ya habían tenido sus retozos. Los amigos entonces tenían motivos para el gran jolgorio.
Además si la mujer era estéril, la familia del marido intervenía para disolver el matrimonio. Luego él se volvía a casar. Ella era entonces una paria social, los viudos debían esperar un año antes de volverse a casar y para colmo debían guardar abstinencia. Lo dicho: el amor y la muerte eran una gran complicación.
Los guaraníes deben haber sido las mujeres más liberadas. El novio la podía visitar en su choza, la primera noche sólo conversaban, pero si él lucia, al otro día, la espalda llena de arañazos era porque ya habían tenido sus retozos. Los amigos entonces tenían motivos para el gran jolgorio.
Los arhuacos colombianos son los más aguerridos amantes. De novios barren la puerta de la choza de la suegra para demostrar el interés por la muchacha. Los maridos para "estar en forma" previamente se preparan masticando coca (empoporándose), luego, por la noche buscan a su mujer en la choza de las damas y la llevan a la selva. Llevan una manta en el hombro que extenderán en el suelo. Allí le harán el amor, bajo el murmullo de los árboles y a la luz de la luna. La escena es más prolongada que la de los blancos debido a la empoparada.
Hay una vieja cumbia que lo expresa "con la manta en el hombro, quiero amanecer". Oír para creer.
Pero los que batieron todos los record en asuntos de darle el gusto al cuerpo, fueron los mochicas. Las mujeres, hábiles artistas del barro han dejado en su "cerámica parlante" todo un verdadero Kamasutra vernáculo. También han dejado para la admiración, figuras del parto, de enfermedades comunes y sobre todo un retrato de costumbres. Practicaban la sodomía y la zoofilia. En Lima existe el Museo Larco Herrera con millares de estas figuras. Los artesanos actuales han reproducido aquellas verdaderas obras de arte pornográfico que se venden como souvenir.
Pero los que batieron todos los record en asuntos de darle el gusto al cuerpo, fueron los mochicas. Las mujeres, hábiles artistas del barro han dejado en su "cerámica parlante" todo un verdadero Kamasutra vernáculo. También han dejado para la admiración, figuras del parto, de enfermedades comunes y sobre todo un retrato de costumbres. Practicaban la sodomía y la zoofilia. En Lima existe el Museo Larco Herrera con millares de estas figuras. Los artesanos actuales han reproducido aquellas verdaderas obras de arte pornográfico que se venden como souvenir.
La llegada de los españoles conmovió hasta los cimientos a estas culturas trayendo un verdadero libertinaje sexual, enfermedades y persecuciones.
Los hombres venidos de más allá del mar se dieron con otro forma de vivir, de amar y procrear. Pero esa es otra historia.
Bibliografía: "Incas, Mayas y Aztecas". - Víctor Von Hagen
"Los reinos desérticos del Perú"
"Arhuaco" - Trabajo de campo - La autora
"Mochicas" - Investigación propia