Un espectáculo que será corriente.
A pocos metros de la localidad de Elena, pueblo próspero de
la ruta 36 rumbo a Córdoba, encontré el corte ocasionado por un nutrido gentío
manifestando su descontento con carteles cuyo contenido explicaba lo que en mas
de cuarenta años vienen padeciendo los habitantes de Río de los Sauces, pueblo
serrano muy visitado por turistas, tentados por su natural belleza, gente de
pueblos vecinos, estudiantes, docentes y muy especial mente los camiones
transportistas con su carga de minerales, canteras, cosechas, ganado, y un interesante público
en búsqueda de descanso y recreación. Pero antes deben hacer penitencia para
llegar a destino: los casi 20 km. que separan la ruta 36 a Río de los Sauces,
con el escollo en que se transforma en peligrosos pantanos en tiempo de lluvias
o en cegadora cortina de polvareda en tiempos de seca, donde la tabla de lavar
es un seguro rompecoches por donde las moto-niveladoras hacen el inútil trabajo
de cambiar de lugar los pozos y los serruchos.
Pero el problema no termina allí, el problema son las rutas
provinciales, materia de edulcorados discursos cada vez que sonrientes
candidatos a la gobernación, como el nuestro, que enciende su verba de
promesante que de sobras conocemos pero que ya no creemos, nos repica seductor.
Y tal atraso en obras de caminos corre parejo a lo que
ocurre con las escuelas y colegios que se han levantado en el sur cordobés, en
los cuales, a la primera lluvia torrencial donde sus techos se llueven tanto
adentro como a campo raso. ¿Por qué lo recién construido tiene semejante
defectos?. Resulta obvio pensar: la construcción se entrega sin previo control
o por mezquindad de materiales, justo al lado de las canteras y natural materia
prima, -sobra montaña y nos falta portland!!!, o como es justo sospechar , ¿habrá
gato encerrado?-
Los caminos asfaltados de la ruta 36 son un desastre por
donde se experimentan accidentes mortales de todos los días, pero el peaje hay
que pagarlo y hace más de cuarenta años que solo se oyen floridas promesas de
varios colores políticos, pero que se reiteran, sin provocar el mínimo rubor
cada vez que pretenden ser votados. No hay mas que recorrer los accesos
cortados y permanentemente mantenidos en épocas en que las comunicaciones de
los países civilizados, ponen en evidencia esta anormalidad que producen los
causantes que tienen mucha labia, pero están reñidos con la gestión de cuarenta
años atrasados, por conductores mas apegados a enriquecerse fundando estancias
antes de dejar el codiciado cargo, que por otra parte no son hábiles en
esconder.
Por eso la indignación de los que estábamos en el corte,
vino a parar en que el dinero de los impuestos, fueron dirigidos a pagar
festivales de nuestra querida Mona, la esplendorosa Valeria Lynch y el alicaído
Palito que no pudieron arrastrar incautos a las urnas.
Mejor le hubiera ido a nuestro gobernante, salir a pasear a
sus nietos, pero no por sus rutas abandonadas, esto dicho con el respeto que
debe tener su investidura.
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