Por Susana Dillon
- "Los malos no tienen amigos: sólo cómplices
- Los libertinos tienen compañeros de corrupción y libertinaje
- Los interesados y comerciantes, tienen asociados
- Los ociosos y mundanos, tienen relaciones
- Los magnates tienen cortesanos
- Los déspotas y tiranos tienen esclavos
- Sólo los virtuosos tienen amigos"
Desde los tiempos de Maquiavelo, los grandes conductores, los políticos, los dominadores, se rodearon de la crema del intelecto, y otros se rodearon de bufones y payasos, proveedores de vicios al estilo Sofovich. Los hubo que ahítos de poder se les dio por el arte, amontonaron obras y fomentaron las inclinaciones de sus autores, les encantó ser el mecenas y pavonearse de cultos, sin embargo, en la actualidad se contratan o se secuestran talentos si son diseñadores de armas letales y contundentes. Si recordamos a Leonardo Da Vinci, tanto valía como pintor de corte como para inventar aparatos de interés científico y bélico.
Napoleón fue un asiduo lector de "El Príncipe", poniendo en práctica sus premisas, dejó en los libros acotaciones al margen encendidos comentarios.
Siguieron ávidamente sus consejos el papa Sixto V, Catalina de Médici, recordada por el genocidio de la noche de San Bartolomé, Carlos V, Richelieu y Napoleón. Más cerca en el tiempo Mussolini, Hitler y Stalin. Ellos sin duda deben haber adoptado como propio aquel famoso consejo maquiavélico "es más seguro ser temido que amado, los hombres temen menos ofender al que se hace amar que al que se hacen temer porque el amor es un lazo que los hombres, que son todos malos, rompen cuando tienen interés de hacerlo, mientras que al temor lo sostiene el miedo al castigo" y nadie duda que tal premisa fue puesta en práctica en los gobiernos de terror .
Maquiavelos a la CRIOLLA
Algo de todo esto hemos heredado por la rama española: los Borgia eran catalanes y Fernando el Católico aragonés, ambos modelos de conductas maquiavélicas. Los primeros nunca disimularon sus perversidades, pero en cambio el consorte de Isabel tenía la astucia del disimulo. Bajo su pátina piadosa existía un ser intrigante, calculador, hasta canallesco.
Sin embargo poco faltó para que lo canonizaran.
En cuanto a los nuestros tuvieron algunas proclividades a tomar deleznables ejemplos. Julio A. Roca, siguió al pie de la letra los consejos del florentino, no en vano se lo motejó de "zorro" por su astucia.
Arturo Frondizzi, autor de "Política y Petróleo", de inteligencia brillante, orador consumado y convincente, se desdijo en su acción de todo lo que escribió. Un auténtico borrar con el codo lo que escribió con la mano. Tenía condiciones, pero otros Maquiavelos lo borraron con el golpe.
Juan D. Perón, astuto si los hubo, movió los hilos del poder con suma habilidad apelando a su seducción y a la demagogia. Otro de los tantos golpes de los autoproclamados "servidores de la Patria" terminó con su poder. Su último período fue lamentable y había llegado la hora de los brujos que son más letales que los Maquiavelos. Su mujer, María Estela Martínez, ni astuta, ni inteligente, ni siquiera sensata por el paradigma de la estupidez entronizada, lamentable ejemplo de quien no sabe qué hacer con el poder.
A Menem se le ponderó su cintura política, pero buscando más al fondo uno se encuentra que es partidario del todo vale, de la inescrupulosidad de la tensión del poder a costas del hambre del pueblo. Ya nadie duda que su entrega del patrimonio nacional, fue el precio que pagó al norte por jugar al golf con Mister Bush, padre que engendró al monstruo.
El Maquiavelismo, a pesar de su vejez, está robusto y exultante. Pareciera que nuestros hombres públicos (y algunas féminas notables), que ahora pululan por los medios de comunicación y calles conflictivas, están como viejito con Viagra: avispados y zandungueros. Hechos unos potros, listos para tomarse la última pastilla, así los fulmine el infarto, punto final del tanto jolgorio, tal vez como lo pensó Luis XIV, quien perdido por perdido argumentó: "después de nosotros el diluvio" o como los que se la toman a la vida entre la droga y la birra, pensando en que "disfrutemos hoy, que se viene el fin del mundo".
Es tan insensata esta manera de hacernos vivir, tan disparatada esta forma de conducirnos, donde el que pasa al frente es el inescrupuloso, el que trepa desesperadamente para llegar al poder exhibiendo la chequera en lugar de propósitos y hechos asistidos por la ética y la moral, que se nos hacen reliquias del pasado.
El maquiavelismo actual echó raíces en la justicia, en la conducción y en la legislación con jueces vanales, legisladores levantamanos, dóciles al ejecutivo y éste ignora las leyes, gobierna por decreto y caprichosamente.
Si los dejamos crecer, tal como están, nosotros seremos cómplices y a la vez los mayores estafados.
En tanto, a los Maquiavelos domésticos, de uno y otro palo provincial, tuvieron sus veleidades, el Pocho, que aún sigue gobernando su partido, medio en broma, medio en serio, se junta con sus correligionarios en ágapes de lustre y procede como si todavía cortara el bacalao. Hasta su Cleo lo acompaña dando órdenes y tics poniendo homenajes en las arenas de lo que quedó de su isla.
En cuanto a nuestro romántico del quincho famoso, que se hospeda en el River Side porque no le caen bien las estrofas que les recitan sus irrespetuosos subordinados de otrora, de tanto en tanto se corre hasta "meu Brasil brasileiro" para ver cómo le interesen sus ahorros, porque no sólo tiene labia el galaico, también es ahorrativo.
Pero todavía hay más en lo referente a dos sindicalistas que van para legisladores en las próximas elecciones, se trata de Walter Grahovac y Carmen Nebreda, de funesta actuación cuando nuestras maestras de la otrora escuela San Martín se vieron envueltas en el tema de las docentes requisadas y jamás defendidas por estos educadores que nunca se solidarizaron con sus afiliadas, sino que jugaron para la patronal y tampoco defendieron a la escuela más antigua, la mismísima San Martín, a la que borraron del mapa. Estos dos aprovechados y pésimos gremialistas van por más: pretenden legislar por valores que antes entregaron.
¿Y nos asombramos de que ahora los chicos se atrevan a patear a sus maestras?
Hagámonos a la idea que con tales referentes, la educación que ahora está en el punto más bajo es lo que pretendió ser la excelencia, no encontrará más que levanta manos y obsecuentes para seguir trepando.
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