Por Susana Dillon
Según lo que
predican los libros de educación democrática, los honrados con el cargo de
legisladores, deben ser ciudadanos señalados por los votantes para crear leyes
que satisfagan las necesidades del pueblo. Queda tácito que tales individuos
deben tener la necesaria foja de cualidades que reflejen sus propias virtudes y
conocimientos, para con ese entramado poder llevar adelante la tarea de
legislar viviendo en democracia que significa "no poner la al servicio de
las necesidades y codicia de sus creadores".
Lo que los
azorados ciudadanos estamos advirtiendo, no bien se han hecho conocer los
alcances de haberse votado un aumento del 100% de sus dietas y otras demasías,
como primera medida al llegar al poder recién instalados en sus sagradas bancas
del honorable congreso.
Tal gesto de
inocultable codicia los hace aparecer como los nuevos ricos cuando estrenan la
primera estancia y está reñido con la ética mas elemental, que todo hombre
público debe aprenderse como el "Pater Nostrum".
Antes que
mostrar discreción, decoro y templanza, nuestros representantes mostraron la
hilacha, se sacaron la careta y como si el futuro fuera nuestro y los negocios
anduvieran por las nubes, entraron como toros en un bazar.
Para ellos no
hubo crisis económica ni política, de golpe y sin anestesia arrebataron lo que
se les puso por delante sin pensar en los mas castigados del sistema. Cebados
todavía en que la economía estaba blindada según la palabra oficial, dieron el
manotón como chicos angurrientos, primeriaron con sus necesidades a cara
sonriente y sin escrúpulos, se dijeron: "primero nosotros".
Hay,
felizmente quien tomó este gesto como ridículo, pero el oficialismo siguió
obsecuente, prefiriendo ponderar los beneficios del cianuro en el tema de la
explotación de la minería y en dar explicaciones incomprensibles del porqué la
fuerza de la gendarmería está haciendo listas con los posibles alborotadores
sociales como en los tiempos de la dictadura, haciendo el efecto de querer
imponer un control a obreros, estudiantes, gremialistas y a todo aquel que
piense distinto al oficialismo.
Se advierte
que aquí se impondrá la "idea única", si se confeccionarán listas de
los que no bailamos con la música que nos tocan en Campo de Mayo.
No creo que
los derechos humanos puedan tener cabida en este delirio para controlar la
opinión pública.
Si se sigue
valorando al oro más que al agua potable, al agua para cultivos y hacer un gran
hoyo con el Aconcagua para que vengan a llevarse nuestras reservas minerales,
puesto que se llevan todas las ganancias en este verdadero manoteo por llevarse
el país al hombro, hay que empezar a pensar que todo este desemboca en el
fascismo mas desenfadado.
A esta
película ya la vimos los que tenemos larga vida y sobrada experiencia, muy poco
aprecio por los cargos públicos y la plata fácil, ésa que les llega blandamente
desde los impuestos que paga Juan Pueblo, como pasa con aquel legislador del
menemismo que se fue a Italia con los 80.000 millones de dólares, al que hemos
visto recorrer el imperio días atrás por ver si se le hace un lugarcito para
que nos brinde sus nuevas emociones.
Desde ya les
ofrezco a los partidarios de las listas, me incluyan con nombre y apellido
porque tengo una consigna que definió una época, la elaboro un poeta que nos
visitara a menudo con una ideología que se quedó para sacar ejemplos:
"Importan dos maneras de concebir el mundo,
una, salvarse solo,arrojar ciegamente a los demás de la balsa,
y la otra,
el destino de salvarse con todos,
comprometer la vida hasta el último náufrago,
no dormir esta noche si hay un niño en la calle".(1)
Esa es la
consigna, el punto de partida, que el poeta en su hora iluminada nos prendió al
cerebro, dando cátedra a los ciegos revolcados en el barro y carcomidos por el
apuro y la ansiedad de su evidente codicia, frente al pueblo al que se le
cercena la libertad de palabra y pensamiento. Y empiecen nomás con la lista que
deberán cumplir con la muy conocida "obediencia debida".
(1)- De
Armando Tejada Gómez - hay un niño en la calle.