domingo, 27 de junio de 2010

La pasión de multitudes hace 2.500 años.

(No hay nada nuevo bajo este sol)

Por Susana Dillon

Esta especie de locura colectiva que anida en los fanáticos por el futbol actual, tiene una historia de 2.500 años y es americana y telúrica. Ya los mayas, pobladores de la América Central y buena parte de México, jugaban con una pelota maciza de hule o goma natural de 15 cm. de diámetro que la jugaban en unas canchas-santuarios donde los dos equipos debían  acertar en un aro de piedra tallada, en posición vertical. Los dos equipos (no hay datos exactos de cuántos eran los contendientes) pero dadas las medidas ahí no cabrían más de 10 jugadores. La cancha tiene un piso de piedra prolijamente nivelada en forma de I, alrededor, está la gradería para el público tan ruidoso y camorrista como el actual.
Obedecían a un ajustado reglamento que era controlado por jueces severísimos situados en las gradas superiores que controlaban el juego mediante silbatos. El público era jugador de nacimiento, las apuestas consistían en el intercambio de lo que llevaban de valor: mantos de plumas, alhajas de jade, tocados de plumas, buena comida, esclavos y cuanta cosa se ofreciera. La pelota era sólida, no inflable, por eso los jugadores se protegían con caucho el abdomen, el bajo vientre y la cabeza. Llevaban guantes y las insignias de donde provenían. Podían marcar tantos con la cabeza, codos, rodillas, caderas y nalgas. No se jugaba ni con las manos ni con los pies.
El público hacía apuestas por sus cuadros, eran fatales de timberos. Se podían jugar joyas, atuendos, mantos plunarios, hasta taparrabos lo que provocaba duras rencillas hogareñas cuando el perdedor volvía a casa "en pelotas" y "con la frente marchita". El equipo ganador, según fuera el trato se podía llevar hasta las prenda del público.
Los grandes señores o jefes tenían sus propios equipos, juntándose una vez al año en magno campeonato que se realizaba en Chichén Itzá, lugar sagrado de la península de Yucatán, algo así como nuestro mundial, pero siempre en el mismo lugar, hoy centro turístico imperdible.
Esa era la fiesta de las fiestas a la que concurrían desde los cuatro puntos cardinales del país maya y todos los que tuvieran fama que defender se daban allí cita.
La cancha variaba de dimensiones según su importancia, la olímpica está en Chichén Itzá, es de 166 metros de largo por 28 metros de ancho. En un bajo relieve está retratada la escena en que "el favorito de los dioses" que era el ganador, ofrecía su cabeza en honor a los dioses a los que llevaba en su viaje al más allá, el mensaje de los asistentes. Una especie de embajador que se convertía en divinidad. (Pobrecito Maradona si hubiera nacido maya). Pero eso sí: por un año le tocaba vivir una existencia fastuosa y regalada, dándose todos los gustos de esta vida, con lo que quedaba el pensamiento de lo efímero de la vida humana. Fueron como se ve, grandes filósofos, aparte de extraordinarios matemáticos y astrónomos. Las reglas eran sagradas y los sacrificios necesarios para que el sol siguiera naciendo y el mundo siguiera andando. A esta muerte en sacrificio se le llamó muerte florida y quien tuviera en la familia algún sacrificado, era privilegiada.
Cada cambio de estación se festejaba de manera semejante, esto daba motivos para hacer visitas a los templos, jugar en las otra siete canchas menores, hacer sociales con amigos y parientes, y algo en lo que eran campeones: concertar negocios, hacer trueques, pues de todo había para intercambiar mediante algo muy valioso usado como moneda: los granos de cacao. Al "chocolatl" su gran invento solo lo podían beber los grandes jefes. Lo tomaban amargo y lo disolvían en agua caliente, además le agregaban picante. Lo servían en tazas de oro, y le hacían espuma con un batidor-molinillo.
Cuando llegaron los blancos, le cambiaron la receta, le agregaron leche y lo endulzaron con miel. Los churros los pusieron los madrileños y a los bombones los hicieron los franceses para jolgorio del sempiterno primer mundo. (Que se vino insinuando desde el descubrimiento de América). Todos los que llegaban a esta fiesta tenían lugares para bañarse y solazarse en los baños de vapor. Eran y son admirablemente limpios, para ello cada casita (que era una choza confortable) tenía y aún tiene una choza, para este fin en las ciudades usaron como griegos y romanos sus baños públicos. Allí se reunían los importantes hombres de negocios a darse sus baños y recibir masajes, en placentero remojo, tomarse alguna bebida fuerte, mascar goma ( ellos inventaron el chicle) hablaban de negocios, de política y del tema infaltable: los partidos de POK-A-TOK, como se le llamó a este juego, cuando se lo enseñaron a los aztecas, paso a llamarse TLACH-TLI. Otro juego que los tenía ocupados era una especie de ludo llamado PATOLI y allí era que perdían hasta el aliento en dramáticas partidas.
Como todos eran muy afectos a aquellos baños públicos también inventaron el jabón, era frotar con ramas y hojas de una planta llamada saponaria en la ropa y en el cuerpo, sumergiéndolas luego en agua.
Hay muchas ciudades templos distribuidas por toda Centro América y MÉXICO donde no faltan las dichosas canchas, en México, donde hay gente, hay ciudades que todavía tienen este juego. Los chicos gritan los goles en idioma Nahuatl. Porque conservan estas tradiciones. Tikal, Zaculev, Copan, Labná, Uxmal, Chichén Itzá, Palenque y cientos de otras son verdaderos centros turísticos donde se exhiben estos juegos aún hoy.
Son juegos primitivos, pero también actuales, motivo de reuniones, de mutuo conocimiento, de estrechar vínculos, de conocernos sobre todo en la búsqueda de eso tan atávico que es el juego, ya que la humanidad encuentra de este modo momentos de expansión y aún de delirio colectivo, donde los espectadores entran en la pérdida de la posesión de sí mismos, para ser un grito multitudinario lo que sucede al gol, explosión de alegría , de triunfo, de gloria que significa la superación, el tocar el cielo con la mano, sobre todo si lo ha marcado el gran favorito.
Este ritual, estos pasos a seguir hasta la culminación, era lo que tornaba genial a la jugada con sus trapisondas, sus gambetas, la cabriola graciosa que revelaba la inteligencia y el poder del jugador venturoso.
Y allí se revelaba la calidad del ídolo que seguía las difíciles reglas de la ceremonia-juego. La magia del instante supremo y aquí tiene razón Anatole France: "los hombres son más puntillosos en los juegos, que en cuestiones serias y poseen más honestidad en el tric-trc, donde el daño sería pasable y la pasaran por alto en batallas o en tratados donde sería gravosa"(La rotissere de la Reine Pedauque").
En aquellos tiempos en que las leyes del juego eran sagradas, la economía también tenía sus pautas: un conejo valía 5 granos de cacao, una calabaza 4, un esclavo 100, un turno con una mujer pública 10, pero siempre que fuera después del partido.   Todos contribuían al sostenimiento de la clase dirigente y nadie se salvaba de tributar.  En América precolombina, como en Roma: Pan y circo.
Hoy, nosotros, para obtener el triunfo, hemos instalado la violencia.
Mandamos barras bravas junto con nuestros mejores jóvenes en el mismo avión, ponemos en el mismo lugar a los que confiamos el triunfo con delincuentes a sueldo y mando de inescrupulosos se llamen Grondona o dueños de la FIFA; que toman a chacota reglas y normas, desconociendo y pisoteando todo lo que sea ético dentro del deporte.
Cooptar a los jugadores, ponerlos al mismo nivel que los delincuentes.
Resulta, ante el mundo que nos mira, un acto vergonzoso. Una exhibición obscena de poder que no se concibe sino como una afrenta al deporte. Así los devolvieron como se merecían a los que fueron a sembrar violencia. Argentina no debió ofrecer este espectáculo deplorable del triunfo a cualquier precio, esta "avivada" malparida no hace más que consagrar la prepotencia que se imprime desde los que quieren que el deporte más popular sea conducido por oscuros y nada políticos dueños de la pelota.

martes, 22 de junio de 2010

El enigma de quien fue el guapo que invento el "Día de la Raza"






Por Susana Dillon


Luego de varias décadas de preguntarnos hasta que se logró honrar al 12 de octubre como "Día de la Raza" encontré la respuesta en los recortes que atesoro de Puntal, descubriendo el meollo del racismo más duro.
Fue una edición del 28 de octubre de 1987 y firmado por imperialista, aquel periodista tan apreciado que se aventuró a incursionar seriamente en nuestro  pasado, don Juan Sanci, quien tuve la suerte de conocer y consultar en vivo y en directo,  el que muy a su gusto y estilo reseñó la vida, de don miguel Angel Sugasti, un vasco emprendedor e inquieto que consideró que la fecha debía celebrarse a nivel mundial.
Ya se sabe que los vascos son constantes hasta la terquedad, como los venidos de Euskaria, así que machacó y machacó, se dirigió a los políticos que por entonces tallaban fuerte y dió con gente de la asociación "Amigos de Río Cuarto", escribió artículos y editó libros sobre su patria adoptiva, pero sus contactos políticos lo relacionaron con el diputado Antonio Carlés, quien de acuerdo a su ideología remontó el proyecto hasta hacerlo  ley, en 1917.
Pero detengámonos en el conocimiento del legislador nacional Antonio Carlés, uno de los principales propulsores de la liga patriótica, una agrupación política de la más rancia oligarquía porteña que con cuyo accionar se perpetraron los asesinatos de 1500 obreros en huelga en la Patagonia ocurrido en la Estancia La Anita.
La liga patriótica le exigió al entonces presidente de la nación don Hipólito Irigoyen "mano dura", desencadenando un baño de sangre entre los obreros en huelga que bregaban por jornadas de ocho horas, se persiguió a los dirigentes, se arrojó del país a los inmigrantes, persiguió a judíos, apaleando sin misericordia a mujeres y niños.
La ideología de la liga estaba sostenida por lo más recalcitrante de la derecha católica dirigida por Monseñor De Andrea contando con el apoyo de entidades como el Jockey Club, la Marina y apellidos de la gente poderosa:  los Anchorena, Leloir,  los Martínez de Hoz...
Las fuerzas de choque hacían operativos en lujosos automóviles conducidos por los niños bien que al grito de "Viva la Patria" quemaban las imprentas de los diarios opositores, a la vez que les recordaban violentamente a los revoltosos su obligación de obediencia y resignación.
En este clima y con origen tan poco confiable la ley que dispuso la celebración del Día de la Raza, fue innegablemente dirigida hacia la raza blanca, excluyendo a la nativa.
De allí para adelante, la ley se aplicó a las provincias honrando en las escuelas como fecha importante el 12 de octubre y contando una historia dulcificada de lo que fue el primer genocidio ocurrido en el continente.
Cuando llegó el momento del gran festejo en Sevilla de los 500 años del descubrimiento, nos topamos con otro descubrimiento: ¿era ético que siguiéramos recordando y festejando el Día de la Raza sin tener presente que fue el punto de partida de la más dolorosa sumisión y hasta de extinción de etnias enteras por la raza invasora?
Pero aquí surge otra realidad: a América vinieron dos Españas: la conquistadora, que trajo la cruz y la espada, perros de guerra y cañones y la España que mandó los inmigrantes que vinieron a poblar , trabajar y a traernos su cultura, regocijándonos con sus artes y esa es la España que amamos , no la que señaló Carlés, de horrible recuerdo.
Que quede claro luego de 500 años de tapaderas y esconder la verdad, es saludable diferenciar a los que nos explotaron de los que nos pusieron el hombro para hacer un país.
Recordemos que cuando en Sevilla se iban a recordar gozosamente los 500 años del descubrimiento, los propios estudiantes españoles dejaron en la blancas paredes de Sevilla grafitis que decían "no a los festejos, hubo genocidio" - "los pueblos originarios aún esperan les devuelvan sus tierras".
Desde entonces, otros son los vientos que les soplan a las historias oficiales siempre empeñadas en justificar las invasiones y las ocupaciones, la explotación y la entrega, ya sabemos de sobre lo que resulta del yugo imperialista y del capitalismo salvaje... Mucho más salvaje y letal que los malones, que no fueron otra cosa que una devolución de atenciones hacia los civilizados que fueron los primeros en entrar tumbando y matando a los pueblos que los recibieron como a dioses.
Queremos a la España del trabajo, la cultura, el idioma y la guitarra que puso en las manos de nuestros gauchos, la alegría de sus malvones y claveles que lucen sus hijas cuando se peinan de moño para demostrar qué es la gracia y el salero, ese es el modo de festejar la fecha los que pertenecemos a la raza humana, que no puede dividirse por el color de la piel.

Bibliografía: puntal del 28 de octubre de 1987.
La marquesa del papa.- la liga patriótica- pag. 130 de mi autoría

sábado, 19 de junio de 2010

FIN DEL MUNDO


A CONTRAMANO CON LOS ASTROS



 Por Susana Dillon

Cada vez que los astros se ponen inquietos, la humanidad entra en pánico y comenzamos a barajar fechas para el gran evento.  Hace rato que los mayas auguraron que la cosa se venía para el 2012.
Pero antes se vienen las elecciones y Ud. Verá lo que es peor.

Cada vez que se produce un eclipse, algo terrible ocurre. Sí, eso lo dijeron los aztecas y se les presentaron los de la madre patria hace 500 años y les reventaron su civilización. No les fue mejor a los incas, que también habían observado el eclipse y sabían un fardo de astronomía. Llegaron los gaitas, los locales los creyeron dioses y se les vino el fin de aquel mundo en que por centurias no se había conocido el hambre, ni el robo ni la mentira. Por aquellos tiempos tuvimos, evidentemente, los astros a contramano. Los sabios amautas, frente al Intiwatana, o sea "el amarradero del Sol", lo pronosticaron con las señales que daba el cielo del Imperio del Inti.
Tal vez por esa causa o por las intrincadas profecías de Nostradamus, la gente se altera, esperando cosas terribles no bien los astros comienzan a dar señales que a los simples mortales nos parecen fatídicas, adversas.
Qué cosa extraña, nunca he escuchado que, con el mismo énfasis, se diga:
-Bueno, métanle muchachos, dicen los astros que se viene una buena: ¡Salud y prosperidad para todos!
Ni siquiera en las revistas de $ 4,50, ni siquiera ese enjambre de brujas que te dan la justa en la TV, ni la verborrágica Aschira, andaluza de última generación que se está haciendo la América con nuestra estupidez.
Pero esta vez, en que con insistencia se anunció "la" fin del mundo, la alineación de los planetas y arriba eclipse de sol, las cosas estaban dadas para un patapúfete mayor, antes nunca visto. Alguna gente se suicidó, mató a su madre, otros se recluyeron a prepararse para el apocalipsis, otros se resistieron a pagar sus cuotas, los chicos se resistieron a estudiar, la gran mayoría, por si las moscas, recurrieron a remamarse, vieja treta de encontrar motivos para hacer un brindis: ¡El fin del mundo! ¡Hip! ¡Salú!
Esta vez no quedó el tendal como al final del siglo anterior, más bien se les dio por gastar los morlacos del otario en forma más placentera.
En Perú, los quechuas, remanentes del antiguo imperio incaico, aseveraron:
-El eclipse es el matrimonio del Sol y la Luna.
Y le dieron a brindar por el evento con chicha, con pisco sour y con zingani. Después de que se les abulonó el japonés a la presidencia ya poco les importa el fin del mundo.
A los franceses, los sabios de la TV les vaticinaron que un aerolito estallaría sobre París. Sí o sí. ¿Y qué hicieron estos insensatos? Se contrataron un viaje en Concord que sobrevoló la ciudad Luz cargado de "champagne bien frappé" y demás exquisiteces, y con pasaje completo se lanzó a libar todo cuanto había mientras espiaban por las ventanillas el posible patapúfete.
Al cabo de la hora que duró el evento, bajaron los pasajeros a los gritos y haciendo elegantísimas eses. Pedían frenéticos otro fin de mundo como éste, porque allí estaba, enterita y centellante: ¡oh, lá, lá... París! En Roma, el Papa salió al balcón y miró, como un santo tras el vidrio oscuro el fenómeno celeste, aguzando la vista por ver si San Pedro, sentado en una nube rosada, le daba la justa para convencer a los mandamases de la aldea global de cómo ablandar la mano con los pobres. No vio a San Pedro, porque se habría sabido. Los otros romanos de clase B y C se fueron a las ruinas del Coliseo, a las de la Vía Appia, a las del Foro y a cuanta "roba antica" tienen, para recibir energía.
Los catalanes de "La fura del baus" representaron Fausto al aire libre, ese bodrio para pseudo-intelectuales que en Buenos Aires nos vendieron por el summum, pero que cada quien vio pensando que ese infierno es preferible a una hecatombe.
Los musulmanes no subieron la vista del piso: Alá lo prohíbe, dijeron sumisos.
Los judíos se fueron a dar la frente contra el muro de los lamentos. Están convencidos de que ahora si viene el Mesías y que no harán la macana que hicieron hace 2000 años.
El Sol negro fue mirado y remirado en el hemisferio norte. Los españoles tocaron las castañuelas y los celtas quisieron bailar desnudos bajo los árboles, hasta que los amenazó la gripe o las fuerzas del orden. No se sabe.
Aquí los sudacas no tuvimos espectáculo, eso sí, nos llegan los malos efluvios. Siempre pasa lo mismo, nos tenemos que conformar con que nos chismeen de lo bien que les va a los de allá arriba.
-¿Y cómo era el cuento de la globalización? -Bueno, o globalizamos para todo o no jugamos más, amenacé. Un gringo que me escuchó el reproche me hizo el corte de manga diciéndome:
-Merda per te.

martes, 15 de junio de 2010

Policía de baile y gendarmes enfiestados





(El arte y la alegría no corrompen ni matan)


Por Susana Dillon


Hace poco tiempo, unos canas de los caminos, de ésos que te hacen la boleta porque no te prendiste el cinturón, abandonaron sus caracúlicas y se dieron alegremente a la danza. No se qué estuvieron bailando, pero cayeron simpáticas sus contorsiones y sus pasos al compás.
Para el día del festejo de nuestra fecha patria, los gendarmes cordobeses se plegaron a la algarabía popular lanzándose a ejecutar "bombón asesino" por las calles de la docta, adhiriéndose a lo programado por el bicentenario. Que sea bienvenida su forma poco ortodoxa de hacer sonar sus bronces, sus tambores y sus timbales.
Creía, que sólo había visto a unos canas muy pintorescos que se lucían tocando su banda provenientes de la policía nordestina en una feria de Curitiba, la ciudad ecológica por antonomasia del Brasil y me saqué foto con la canita cantora que se bamboleaba como para el sambódromo de Río, pero no, algo aún mas curioso fue el espectáculo dado por los alegres cordobeses que vimos por tv y aquí me puse de acuerdo, milagrosamente, con Cristina, que desde su sillón de Rivadavia dio la orden sacrosanta:- "que no serán pasibles de aplicarles el reglamento".
Este paso adelante de las fuerzas del orden nos impulsan a estimularlos para que adopten otras nuevas medidas en disuadir a los delincuentes para que no insistan en seguir haciendo la vista gorda con los grandes de la droga y dejen de apalear a los chicos por portación de cara y melenas.
Tendríamos que permitirles que tengan, en sus momentos de descanso, práctica de deportes o bailes o cualquier otra disciplina que los humanice y unas buenas clases de urbanidad, sabia manera de estrechar vínculos sin necesidad de dar cachiporrazos, antes de pedirles documentos.
El brazo armado de la ley, debe tener su dignidad, su decoro y su moral.
No me parece que en estos tiempos nadie gaste saliba en perfeccionar nuestra policía para que sea más eficaz y sobre todo que goce de la simpatía de la población que obla para su perfeccionamiento, es la misma causa que  debe prodigarse con los maestros y maestras que forman e instruyen a nuestros escolares y estudiantes. Ante nuevos y serios problemas en ambos ambientes, debe sacarse a relucir eso tan nuevo y esperanzador: educar para lo imprevisible, ya que no tenemos ni la mínima noción de lo que nos depara el futuro, si en el presente no elaboramos técnicas para sobrevivir en un mundo convulsionado ecológicamente y una humanidad que se debate en la violencia y el desamparo.
Hay buena gente entre el personal policial, doy fe, hasta algunos han sido mis alumnos. Por otra parte han entrado en la fuerza chicos y chicas jóvenes que se me hace aún están incontaminados por jefes de oscuros antecedentes, amigos de propiciar palizas, servirse de lo que se relaciona con las drogas y son maestros en cuanto a la lacra de las coimas.

domingo, 13 de junio de 2010

13 de junio el Día del Escritor

Las palabras




Por Susana Dillon

Las palabras, eso que hace al hombre distanciarse de la bes
tia, son el envase de las ideas.

A ellas les confiamos nuestra necesidad de acercarnos a los otros, cumpliendo con el instinto de ser seres sociables aún con códigos diferentes.
Las palabras, que primero fueron rústicos sonidos, luego fueron aprisionadas en signos en la piedra, pero empezaron a viajar no bien hubo hojas voladoras.
Ya lo dijo el viejo Esopo “pueden ser lo más sublime y llegar a lo mas abyecto". Pueden entonces obrar como veneno y antídoto. Cuestión de vida o de muerte.
Dice Galeano: "tengo la sangre llena de palabras", porque las usa para mostrar las venas que se abrieron cuando se cercenaron las libertades.
Hay palabras toscas, rudas, rebeldes a la pluma, de texturas ríspidas, casi impronunciables y las hay aterciopeladas, deliciosas, cándidas y sutiles que da encanto decirlas y oírlas de los poetas cuando las vuelcan como un bálsamo en los pueblos sufrientes.
Con las palabras se juega y también se tortura. Son seres vivos que nacen, crecen, se aparean, se multiplican y desaparecen en el más oscuro olvido. Las hay a la moda, que duran como una minifalda, las que enferman, tienen sus patologías, se parasitan, se corrompen y degeneran, también se vacían de contenido por el uso irrespetuoso. A muchas las inventan en los laboratorios, otras nacen con defectos, son cojas o tuertas o mancas. También están las que nunca queremos pronunciar y sin embargo se nos meten por las ventanas y somos capaces de sacarlas a patadas por las puertas, son las que no queremos oír, pero se nos presentan en el espanto de las pesadillas. Son las secretas que mezquinamos decir al confesor o al psiquiatra porque son los monstruos de nuestras culpas agazapadas en el sótano del inconsciente.
Pero las hay resplandecientes y mágicas, que usamos muy pocas veces porque son parte de nuestros jardines interiores, allí donde albergamos al amor, a los ideales y a las utopías .
Cómo serán de atrapantes y seductoras que hay un proverbio indú que nos recuerda:

"con redes se cazan los tigres
Y con palabras de adulación a los hombres".

Con un puñado de palabras, el escritor se las debe arreglar para cambiar el curso de una política, voltear a un dirigente corrupto, darle fuerzas a los caídos y a los humillados, remediar injusticias, en fin, cambiar en algo al mundo y crear nuevas ilusiones.-¡Viejo Esopo, cuánta razón sigues teniendo!-

martes, 1 de junio de 2010

LA MUERTE DE LA COTORRA Y OTRAS DESGRACIAS



Por Susana Dillon


Cuando llegué a México estaban en lo más caliente de la crisis económica. Cada día subía el dólar y los aztecas apretaban los dientes y cerraban los puños...pero se las aguantaban a lo macho. Los precios no variaban en la misma proporción que nosotros experimentamos,de modo que mis vacaciones salieron casi que de regalo.

Así las cosas, tuve oportunidad de escuchar algunos cuentos que no resisto la tentación de repetir a ver si de algo nos sirve:

-Don Pancho, rico hacendado, volvió a su casa luego de un viaje a la capital para solucionar problemas con los impuestos (allá también azota el IVA). En la estación del ferrocarril lo esperaba su caporal (algo así como el capataz nuestro).

Hubo alguna novedad en mi ausencia?- pregunta don Pancho.

-Ninguna patrón,- contesta el buen hombre, pero luego recuerda:-Ah, salvo que se murió la cotorra.‑

Vaya,- agrega el recién llegado, -Y de qué, se puede saber?‑

-Le hizo mal la carne de caballo, -aclara el caporal muy tieso. Extrañado el patrón vuelve sobre lo dicho- ¿Comió carne de caballo?.‑

-Si patrón,- dice Emiliano, el caporal,-se murió el caballo que Ud. más quería, el pura sangre y alguien le dio un pedazo de carne a la perca.‑

-¿Se murió mi caballo, el mismo alazán tostado?, -se consterna el patrón. -Pero cómo?‑

El empleado lo pone al tanto:-Es que salió espantado cuando el incendio y hubo que pegarle un tiro porque se rompió una pata.-

-¿Incendio?-, brama don Pancho, -Qué incendio?‑

- El de su casa de la hacienda don Pancho, -contesta cabizbajo el caporal

-Se quemó mi casa?.- grita espantado y dando manotazos al mostacho.

- Ardió hasta los cimientos, vea Ud. todo por un cirio que cayó.- ¿Un cirio?-, tiembla don Pancho. sí, uno de los que le pusieron al ataúd de su señora,- y ya soltó un gemido el contricto caporal.

-¡Santo Dios!, -llora don Pancho.- ¿Murió mi esposa?‑

-Sí patrón-, aclara Emiliano,-No pudo resistir la tristeza que le causó saber que Felisa, su única hija de ustedes se fugó con Valente, uno de los peones de la hacienda llevándose todo el dinero, ya que ella ad­ministraba los cheques.

Al oír aquello, don Pancho, charro de los buenos, hombre de ley, mexicano puro y macho en cualquier rodeo, rueda sin sentido.

El caporal, se saca el sombrerón, se rasca la cabeza y meneándola exclama: -Huy, huy, huuyyy! ¡Tanto escándalo por una perica!!!

-----------o------------

Muy bien, resulta que los guapos mexicanos, en medio del desastre económico y penas colindantes, se quedaron contando cuentos