sábado, 12 de noviembre de 2011

Si, sabemos quien fue Roca. (2º parte)

       
Por Susana Dillon



 EL REPARTO DEL DESIERTO

       "La conquista definitiva del desierto y la expansión de la frontera,  benefició sin duda a un sector: el que compró tierras baratas en virtud del empréstito de 1878 que financió la campaña dedicándolas a la producción o a la especulación."
          Silvia C. Mallo. Todo es Historia. N° 144. Mayo 1979.

    A los fines de la presidencia de Avellaneda, nuestro país se define por la explotación ganadera y tardíamente por la agraria, entendida por la propiedad latifundista que se extendería no sólo en el territorio pampeano sino también en la Patagonia.
    La expresión de estos intereses tanto económicos, como políticos y sociales se centralizaban en la figura del Gral. Julio A. Roca, quien sería el adalid de la Campaña del Desierto, una especie de nuevo conquistador, cuyo objetivo final, era llegar a la presidencia de la nación junto con el botín de guerra que venía por añadidura: la posesión del "Desierto", al que luego le llamaron "El Granero de América".
    El plan de la campaña que terminaría dejando libre de indios las mejores tierras del país y el norte de la Patagonia se venía gestando entre 1863 y 1864 por el Cnel. Manuel de Olascoaga, quien exploró prolijamente esos territorios entre los años 1869 al 1874. Residiendo en Rosario, se puso en contacto con el Gral. Roca enviándole, mapas, cartas y demás documentos de la futura campaña. En 1877 Olascoaga pasa al servicio de  Roca, recalcándole también su pensamiento, en el que no cabía la aniquilación de los indígenas, sino el hacerlos útiles para las explotaciones agrícolas ganaderas a las que eran afectos, adjudicándoles, también tierras.
    El Gral. Roca en abril de 1879 llega al cuartel general instalado en Carhué donde comienza a organizar la campaña con el objetivo de que fuera una apropiación de lo que ahora veían eran "Las tierras más fértiles y ricas de la República". La oligarquía latifundista de la provincia de Buenos Aires sería la que pagara las armas necesarias para la acción bélica que se estaba gestando.
La conducción de dicha empresa recaería en el Gral. Roca que de ese modo accedería a la presidencia nacional.
    El periódico La Prensa del 9 de diciembre de 1879 lo dijo claramente:
       "El general ejecuta, en cumplimiento de sus deberes, una ley del congreso y no corresponde que la utilice para otros fines. ¿Qué tienen que ver los indios con la lucha presidencial?, no comprendemos como la presencia de los indios de la pampa sea una garantía para la verdad del sufragio popular".

    Eduardo Gutiérrez decía a su vez:
       "Es necesario contraer méritos en el país, méritos que nadie puede negar aunque sea una farsa la Conquista del Desierto y exclamaron en el Congreso, He aquí la piedra filosofal... tomar todos los indios que se quiera y volver con el título de conquistador. El falso título de conquistador del desierto fue el que empezó a invocarse para que el Gral. fuese acreedor de ocupar la presidencia".

    Siendo Avellaneda presidente, tuvimos un conflicto con Chile que estaba en plena expansión territorial, pero Roca no quiso enfrentarlo por combatir a los indios. Hubiera sido más digno resolver ese conflicto que se postergó por diez años. Se dijo entonces que Roca debió probar sus zorrerías frente a los chilenos que con sus conciudadanos por un delirio de poder. Anteriores legislaciones habían protegido al indígena, el mismo Olascoaga no auspiciaba la aniquilación, sino la incorporación a la vida nacional de los naturales.
    Pero donde vemos el meollo de la cuestión es cuando se adjudicaron "Las tierras más ricas y fértiles del país" a los protegidos, amigos y parientes de Roca. Veamos primero la ley de premios en tierras del 5/9/1885, a los militares que habían realizado la campaña, según sus grados.

    Se acordarán con acceso a ríos y arroyos
15.000 has. a los herederos de Adolfo Alsina 
8.000 a los jefes de frontera
5.000 a los jefes de batallones
2.500 a los capitanes y ayudantes
1.500 a los subtenientes
                Para la tropa, terreno para una chacra, 1/4 de manzana en un pueblo, 100 has a todo individuo de tropa dado de baja por cumplido o inutilizado en el servicio.
                ¡Cien hectáreas sin agua! A quienes se las dieron, bien pronto las tuvieron que cambiar por víveres al no poder trabajarlas. La ley decía que el máximo de tierra que podían acceder los jefes era de 8.000 has.
           La investigación del parlamento demostró que hubo más de 79 casos de diversas personas que llegaron a adquirir ellos solos 1.404.351 has.

           Otros ejemplos:
              Rafael Igarzábal 10.000 has, en Chubut
              Luis Belaustegui 20.000 has. en Chubut       
              H. Von Bernard 50.000 has. en Chubut     
              Enrique Garrido 30.000 has. en Río Negro                                  
              Nuevo Banco Inglés 35.000 has. en Chubut                             
              Francisco Melchor y Fco. Bustamante 49.000 has en Chubut              
                Pero todavía quedan en el misterio las que se adjudicaron Roca sus hermanos con amistades y parientes, refugiados en Sociedades  Anónimas, tampoco figuran en esta lista ni los Martínez de Hoz, ni Anchorena, ni Santamarina.
                Para aquellas épocas aparece Ambrosio Olmos en el sur cordobés, cerca de Río Cuarto con 250.000 has., que más tarde fueron a parar a las manos de doña Adelia María Harilaos de Olmos, su esposa, pero ésta será otra historia para desmenuzar en los tiempos de las vacas gordas, de los inviernos en París y los casinos de la Riviera que me reservo para el futuro. Queda claro de lo expuesto: la famosa Conquista del Desierto no tuvo otro fin que la apropiación de las mejores tierras del país, la gran pampa y el norte de la Patagonia por la oligarquía terrateniente de Buenos Aires a quienes se les dio en llamar irónicamente "los condes pampas", beneficiando a una clase cuyos descendientes todavía gobiernan entre bambalinas, disimulados tras los títeres políticos que se han sucedido continuamente, alternando otros émulos de Roca, con entorchados, sables y golpes. A todo esto el pueblo empobrecido seguía poniendo los muertos y el atraso. Sin que le tocara otra cosa que las migajas del banquete, y tanto los soldados como los indios no tuvieron más suerte que ser parias.
            La Ley de Hogar, dictada en 1884 durante la presidencia de Roca, daba solución a la radicación de los indígenas: Artículo 1°, se destinan 20 secciones de 50 leguas cada una en terreno propio para el pastoreo, Artículo 2°, provistos de aguadas o de irrigación. Artículo 3°, cada sección debe ser dividida en 625 has. para repartirlas con acceso a aguadas, ríos y arroyos.
            Ninguna de estas leyes favoreciendo a los indios se cumplió, los indígenas fueron diezmados de acuerdo con el mensaje de 1878 donde se ordenó someter y expulsarlos; sin embargo, algunas colonias prosperaron, al fin todas tuvieron la misma suerte: la expulsión y el aniquilamiento.
            Hasta los mismos participantes de la campaña, como el Cnel. José María Sorobe expresó: "Al llevar las armas nacionales hasta los más remotos confines... el estado argentino contrajo la alta responsabilidad moral de propender por todos los medios a su alcance a la regeneración moral y espiritual de las tribus indígenas...", agregando: "Nada se ha hecho, ni se ha tomado medida alguna orgánica y seria en el sentido de conseguirlo". "Nada se hizo, los indios capturados fueron transferidos al norte donde fueron aniquilados por la explotación de los ingenios, diezmados por las epidemias de la zona".
             Les tocó padecer el "extrañamiento", sistema que tuvieron los conquistadores españoles que aplicaron entre otras etnias a los Quilmes.
            La apropiación de tierras se hizo a través de leyes confeccionadas a la medida de los que pagaron la conquista. El mismo Cnel. Olascoaga, gestor y creador de los planos y documentos de la conquista fue quien condenó, a la postre, este proceder maquiavélico.
            El Comandante Prado, otro comentarista de la campañas, ha dejado también su opinión al respecto: "lamentando que todo aquel desierto no se allase aún en manos de Reuque o de Sayhueque.... pero así es el mundo: "Los tontos amasan la torta y los vivos se la comen".
            Una de las leyes que prueban el favoritismo y la corrupción son aquellas consideradas "especiales", por eiemplo la 2211 del 28-10-1887 por la cual se otorgaba, entre otros al Gral. José M. Arredondo 17.000 has, en Neuquén y 7.500 has. en La Pampa; al Gral. Lucio V. Mansilla 15.000 has. en Neuquén y 10.000 has. en el Chaco.
Por la Ley 1806 del 20-10-86 se adjudicó a la viuda de Avellaneda y a su hija 17.000 has. en Río Negro y 22.500 has. en Neuquén, al Tte, Cnel. José M. Uriburu 10.000 has. en el Chaco.
La Ley 2209 del 05-11-88 autorizó vender a Juan M. Temperley 50.000 has. en Chubut a $700 la legua cuadrada, pero todavía no se registran datos de los que se le otorgaba al Ferrocarril Central Argentino. ¿Se encuentra acaso alguna ley que le otorgara tierras labrantías a los aborígenes?... y eso que sobraba pampa, pero los indios seguían errantes o servían para hacer puntería.
A este respecto hay una investigación del escritor Osvaldo Bayer que dice:
"...se reproducía la resolución del primer presidente de la Sociedad Rural Argentina, por supuesto Martínez de Hoz, casualmente bisabuelo del Ministro de Economía de Videla. En ese aviso la S.R.A. recordaba con emoción que esa organización de ganaderos había ayudado al Gral. Roca en su expedición contra los indios con 1.500 caballos. Fue un buen negocio. Al bisabuelo le correspondieron 2.500.000 has. de esas mejores pampas de los ranqueles y los mapuches"
Revista Umbrales. Nº 16. 1 de marzo de 2006, pág. 31.

Una parte del botín
La provincia de Buenos Aires fue donde quedó patentizado el proceder de los que se quedaron con lo mejor del botín de la Campaña.
Luego de la repartija, ya fuese obtenidas las tierras por remates o en orden a las leyes que se dictaron para satisfacer a los que de una u otra manera participaron en los actos bélicos, los propietarios no las habitaron, sino los peones, jornaleros, puesteros, criadores y muy escasamente labradores. Preferentemente estos pobladores eran naturales del país. Los propietarios fueron llamados "condes pampas", residieron en rumbosas residencias porteñas, pero a los inviernos los pasaban en París (allá verano).
Un censo efectuado en 1895, permitió verificar que sólo los casos de los estancieros Chute y Mullhall, residieron en los campos adquiridos, los demás sólo visitaban sus propiedades para verificar sus ganancias o pasar vacaciones "lejos del mundanal ruido".
Muchos de estos estancieros edificaron en los cascos reproducciones de castillos del Loire, donde disfrutaban en verano de las delicias del campo con nutridos grupos de amistades con igual o parecida suerte.
Aquí faltan las extensiones con las que se quedó el Gral. Roca y sus generales y parientes diseminados en las provincias de Córdoba, Santa Fe, San Luis, La Pampa, Río Negro, Chubut y Neuquén, de donde fueron expulsados los indígenas.
En cuanto a nuestro coterráneo Ambrosio Olmos logró reunir 250.000 has„ en las inmediaciones de Río Cuarto que tuvieron el mismo origen y que pasaron a nombre de su viuda doña Adelia María Harilaos.

El cuadro siguiente es obtenido de la revista Todo es Historia, Nº 144, mayo de 1979, edición especial, pág. 91.
En la provincia de Buenos Aires. Propietarios de más de 30.000 has.




Estas cifras hablan por sí solas. Los lectores pueden agregar datos de tierras de nuestras cercanías que siguen perteneciendo a los descendientes de los favorecidos. La memoria popular los anota. Algún día se hará justicia.